24 de febrero de 2011

El robo del DNI (tratando de ser escuchada)

Hace unas semanas, me robaron el DNI. Todo lo que ha ido pasando lo he ido contando aquí, aquí y aquí

En mi post anterior sobre este culebrón les conté que iba a intentar moverlo por la vía política. Tengo en mi timeline de Twitter a Cristina Cifuentes, Vicepresidenta de la Asamblea de Madrid. Aunque no tiene ninguna competencia que pueda ayudarme en este caso, decidí aprovechar nuestra minúscula y virtual relación enviándole el siguiente twitt:
lopezsanchez:
@ ¿Puede el DNI provocar indefensión en los ciudadanos? En caso de robo, sí.
 Me contestó al poco tiempo:
ccifuentes:
@ Tienes toda la razón, es increíble que pasen estas cosas... Aunque sin duda el banco deberá asumir el hurto!
Se lo agradezco, pero lo que me preocupa no es lo del banco como ya he comentado en más de una ocasion. Aún así, como tampoco entra en el ámbito de su competencia, lo dejé estar.

Si lo recuerdan de mi anterior post, me había hecho con los contactos de todos los miembros de la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados. Mi intención era enviarles un correo electrónico a todos aquellos que tuvieran dirección electrónica publicada. Y aquí hago un inciso: me parece una vergüenza que a día de hoy haya aún muchos Diputados que no proporcionen un medio electrónico de contacto. Afortunadamente, hay otros que sí consideran que la comunicación es vital en política y, además de dirección electrónica, tienen página web y son activos en algunas redes sociales.

El caso es que, mientras recopilaba datos, me encontré con que Juan Luis Rascón, Vicepresidente Primero de la Comisión, se conecta todos los martes entre cinco y siete de la tarde para chatear desde su página web, así que pensé en probar suerte primero por aquí pensando que, al poder hablar directamente, podría explicarme mejor. El resultado no pudo ser más frustrante. Les cuento cómo se desarrolló.

Entré en el chat sobre las seis y, efectivamente, allí estaba Juan Luis Rascón charlando amistosamente con otra gente. Andaban haciendo chistes sobre los políticos de signo contrario, lo que en principio no me hizo mucha gracia, primero porque yo iba a plantear un tema serio y esperaba un entorno algo más formal y segundo porque, aunque se tratara de bromas ligeras, creo que sería interesante que todos recuperáramos el diálogo y el intercambio inteligente de ideas con el otro de forma adulta en lugar de limitarnos a buscar el chascarrillo ingenioso. Tengo grandes amigos que piensan de forma absolutamente distinta que yo y, la verdad, me fastidian tanto los comentarios que son ofensivos para ellos como los que son ofensivos para mí. Aparte de que me parece una forma absolutamente estéril de perder el tiempo y devaluar el debate político. No me gustan los palmeros que aplauden todo lo de su signo sin ápice de autocrítica, como tampoco me gustan los de la cofradía de la perpetua indignación, aquellos a los que todo lo que viene del contrario les parece espantoso por principio.

El caso es que, con cierta dificultad, consigo introducirme en la conversación y empezar a contar mi caso. Y, como me está ocurriendo una y otra vez estos días, las primeras reacciones son por lo del banco. La gente del chat, diputado incluido, comenzó a realizar chistes contra los bancos. Vale, muy bien, pero no es lo que pretendo. Demonizar a los bancos no lleva a nada y no viene al caso. Trato de reconducir la convesación: "lo del banco es tema mío y ya lo solucionaré con mi banco. A mí lo que me preocupa es que me he dado cuenta de que perder un DNI provoca una indefensión tremenda y quiero que se remedie". Y aquí comienza el sinsentido. Ya sea porque le molestara que hubiera irrumpido en su juerga chateadora con un tema serio, ya sea porque no le interesaba el tema, ya sea porque simplemente fue incapaz de entender el problema, los argumentos que me fue dando Juan Luis Rascón fueron cada vez más frustrantes (reproduzco el sentido, no las palabras exactas, que no he podido recuperar del chat):
  • "No te preocupes, que el banco tendrá que acabar devolviéndolo." Sí. Ya lo sé. Ya he dicho veinte veces que no es por eso por lo que me he conectado al chat.
  • "Es que no veo el problema. Si ya has hecho la denuncia..." El problema es -repito- que a pesar de hacer la denuncia en muchos sitios sigue siendo válido ese DNI como prueba lo del banco.
  • "Pero la culpa es del empleado del banco." Que sí (señor mío, dame paciencia), pero la damnificada soy yo a pesar de haber dado todos los pasos correctos.
  • "No hay ningún problema porque la policía ya sabe que el DNI ha sido robado." Sí, la policía sí, pero no todo el resto de entidades públicas y privadas que lo admiten sin comprobar -porque no tienen forma de hacerlo- su validez.
  • "Que no, que las entidades sí lo saben. Lo consultan y se lo dice el ordenata (sic)." Madre, a mí me da algo. ¿Cómo se lo va a decir el ordenata? Si eso es precisamente lo que estoy pidiendo, que se puedan consultar estas cosas mediante un servicio on line.
  • "Lo que pasa es que tienes que dar con el banco y con el funcionario adecuado. Que quieran hacer bien su trabajo." Esto ya sí que es el colmo. Disculpe usted, pero yo soy funcionaria TIC y le aseguro que algunos nos tomamos muy en serio nuestro trabajo (no como otros, me quedé con ganas de añadir).
  • "Bueno, en cualquier caso, estáte tranquila porque no hay ningún problema." Y dale. Si no hay ningún problema ¿cómo me han robado tres días después de poner la denuncia usando mi DNI?
  • "Que la policía le comunica inmediatamente a todos los bancos el robo." ¿Pero qué tontería está diciendo este hombre? Esto empieza ya a ser de película de Berlanga.
  • "Sí, sí. A mi mujer le pasó, que fue al banco y no le quisieron dar dinero porque había denunciado el robo del DNI y la policía se lo había contado al banco." ¿??????
Y claro, ahí acabó mi paciencia. Porque las tragaderas de una tienen un límite. Con tal de que me escuchen, estoy dispuesta hasta a soportar ciertas dosis de estúpida condescendencia paternalista. Pero, claro, cuando empiezan a tomarme por tonta inventándose anécdotas manifiestamente inverosímiles para no escuchar mis argumentos se me hinchan las narices. Así que me despedí cortésmente diciendo que sentía mucho que mi propuesta no le convenciera pero que, aún así, recibiría, como el resto de los miembros de la Comisión, una carta con mi propuesta.

Espero que alguno de sus compañeros demuestren algo más de sensatez, aunque, de momento, la carta va a tener que esperar hasta que vaya a renovar mi DNI y me confirmen o desmientan algo en comisaría: el otro día, hablando del tema con una persona bastante más informada que yo, me comentó que es más que posible que cuando me renueve el DNI me den uno con el mismo número de expedición que tenía el que me robaron. Es más, me indicó que incluso es posible que me den un duplicado en lugar de uno nuevo. Esto me parece una pésima noticia. En primer lugar, porque me va a dificultar mucho conseguir demostrar que no soy yo la que comete actos ilegales con ese DNI en caso de que esto suceda en un futuro. Y, en segundo lugar, porque esto complica bastante mi iniciativa, ya que ya no sólo es necesario crear un registro que asocie número de DNI con número válido de expedición, sino que además habrá que lograr que se modifique el procedimiento de expedición para que se incluya un identificador único de cada documento físico.

Ardua tarea, la verdad. Veremos a ver si no me aburro por el camino. Les mantendré informados.

2 comentarios:

Dekker dijo...

Pues sinceramente espero que no te aburras, porque aparte que tu petición es la mar de lógica y legítima, todos estos posts me están sirviendo para confirmar algo que ya habíamos visto por temas laborales y que por otra parte ya te hueles cada vez que ves a nuestra clase política en la tele.
Ánimo ;-)

lopezsanchez dijo...

No sabes cuánto agradezco tu comentario, Dekker, porque, francamente es bastante difícil no aburrirse con estos temas. Más aún cuando encima tienes que aguantar las chorradas y sapiencias de tanto listo que anda por el mundo.
Digo yo que, si me pasan a mí estas cosas, qué no le puede pasar a gente como mi difunta abuela, que ni Internet, ni ordenador, ni nada de nada.