(Este post pertenece a la serie Grandes (y pequeños) momentos de la animación. Quizás te interesen la anterior entrada o la siguiente entrega.)
Como ya se vio en dos posts anteriores, la relación entre la música y la animación ha resultado algo más que intensa a lo largo de la historia de esta última. Hoy les traigo una serie de cortos que giran en torno a una de las piezas más versionadas en el mundo del cartoon: la Rapsodia Húngara, número 2, de Franz Liszt, la cual, debido a su popularidad y la dificultad de su interpretación, ha ofrecido una base impagable para un sinfín de gags.
La primera de las adaptaciones, al menos que yo tenga noticia, data de 1929 y se titula The Opry House, un rudimentario corto en blanco y negro, no exento de encanto, del maestro Disney:
En 1941, la Warner Bros realiza la primera de sus adaptaciones, Rhapsody in the rivets, una original propuesta que acompasa la composición de Liszt con la construcción de un rascacielos.
Esta película estuvo nominada al Oscar al mejor corto de animación, premio que obtuvo Lend a paw de la Disney, técnicamente bastante más pulido pero cuyo guión quizás no sea tan original.
Cinco años más tarde, en 1946, surgiría una de las controversias más sonadas en la historia de la animación con el estreno, casi simultáneo, de dos cortos con grandes semejanzas argumentales de dos productoras rivales: la Warner y la Metro. Ambas se acusaron mutuamente de plagio y la proyección de los dos films en la ceremonia de los Oscars de ese año dio lugar a una morbosa expectación. Al final, se llevó el gato al agua el corto de la Metro, The cat concerto, todo un clásico de la serie Tom y Jerry:
Sin restarle ni un ápice de su innegable calidad, yo me quedo, sin embargo, con la versión de la Warner, Rhapsody Rabbit, uno de los pocos cortos en los que Bugs no es el que hace la puñeta:
Y dando un enorme salto temporal, encontramos otra magnífica adaptación en 1988. En este caso, no se trata de un corto sino de un pequeño cameo de los dos patos más ilustres de todos los tiempos, Donald y Duffy (o Lucas, como se le conoció en España), en la gran ¿Quién engañó a Roger Rabbit?:
Por último, y más por completar el post que porque sea un corto que me guste realmente, en 1990 la Warner realizón para sus insulsos Tiny Toons este C flat or B sharp:
(Este post pertenece a la serie Grandes (y pequeños) momentos de la animación. Quizás te interesen la anterior entrada o la siguiente entrega.)
Como ya se vio en dos posts anteriores, la relación entre la música y la animación ha resultado algo más que intensa a lo largo de la historia de esta última. Hoy les traigo una serie de cortos que giran en torno a una de las piezas más versionadas en el mundo del cartoon: la Rapsodia Húngara, número 2, de Franz Liszt, la cual, debido a su popularidad y la dificultad de su interpretación, ha ofrecido una base impagable para un sinfín de gags.
La primera de las adaptaciones, al menos que yo tenga noticia, data de 1929 y se titula The Opry House, un rudimentario corto en blanco y negro, no exento de encanto, del maestro Disney:
En 1941, la Warner Bros realiza la primera de sus adaptaciones, Rhapsody in the rivets, una original propuesta que acompasa la composición de Liszt con la construcción de un rascacielos.
Esta película estuvo nominada al Oscar al mejor corto de animación, premio que obtuvo Lend a paw de la Disney, técnicamente bastante más pulido pero cuyo guión quizás no sea tan original.
Cinco años más tarde, en 1946, surgiría una de las controversias más sonadas en la historia de la animación con el estreno, casi simultáneo, de dos cortos con grandes semejanzas argumentales de dos productoras rivales: la Warner y la Metro. Ambas se acusaron mutuamente de plagio y la proyección de los dos films en la ceremonia de los Oscars de ese año dio lugar a una morbosa expectación. Al final, se llevó el gato al agua el corto de la Metro, The cat concerto, todo un clásico de la serie Tom y Jerry:
Sin restarle ni un ápice de su innegable calidad, yo me quedo, sin embargo, con la versión de la Warner, Rhapsody Rabbit, uno de los pocos cortos en los que Bugs no es el que hace la puñeta:
Y dando un enorme salto temporal, encontramos otra magnífica adaptación en 1988. En este caso, no se trata de un corto sino de un pequeño cameo de los dos patos más ilustres de todos los tiempos, Donald y Duffy (o Lucas, como se le conoció en España), en la gran ¿Quién engañó a Roger Rabbit?:
Por último, y más por completar el post que porque sea un corto que me guste realmente, en 1990 la Warner realizón para sus insulsos Tiny Toons este C flat or B sharp:
(Este post pertenece a la serie Grandes (y pequeños) momentos de la animación. Quizás te interesen la anterior entrada o la siguiente entrega.)
2 comentarios:
Impresionante trabajo musicologico. ¿Seguro que no quieres apuntarte a mi carrera?
El primer video es un peazo de "pasticcio". Que susto me he llevado cuando empieza y reconozco los acordes del Preludio de Rachmaninoff Op. 3, nº 2, en do sostenido menor. La mas mitica interpretacion de esta obra la puedes ver aqui:
http://www.youtube.com/watch?v=ifKKlhYF53w
Sí, bueno, es que en estos cortos de animación son muy dados al pastiche musical. Supongo que se deberá al problema de casar guión, dibujos y música.
Muchas gracias por la recomendación y suerte en los exámenes
Nos vemos pronto (espero :-) )
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