16 de mayo de 2008

Elegancia

No hay orden de la existencia, mayúsculo o minúsculo, que no nos fuerce a optar entre hacer las cosas de un modo mejor o de un modo peor. Y es ya pésimo síntoma creer que el drama de la elección se da sólo en los grandes conflictos de nuestra vida, en las situaciones que tienen trascendencia histórica. No: una palabra se puede pronunciar mejor o peor y tal gesto de nuestra mano puede ser más grácil o más tosco. Entre las muchas cosas que en cada caso se pueden hacer hay siempre una que es la que hay que hacer.

Pero la división más radical que cabe establecer entre los hombres estriba en notar que la mayor parte de ellos es ciega para percibir esa diferencia de rango y calidad entre las acciones posibles. Sencillamente no la ven. No entienden de conductas como no entienden de cuadros. Por eso tienen tan poca gracia y es tan triste, tan desértico el trato con ellos. Esa ceguera moral de la mayoría es el lastre máximo que arrastra en su ruta la humanidad y hace que los molinos de la historia vayan moliendo con tanta lentitud. Son muy pocos, en efecto, los hombres capaces de elegir su propio comportamiento y de discernir el acierto o la torpeza en el prójimo.

En el latín más antiguo, el acto de elegir se decía elegancia como de instar se dice instancia. Recuérdese que el latino no pronunciaría elegir sino eleguir. Por lo demás, la forma más antigua no fue eligo sino elego, que dejó el participio presente elegans. Entiéndase el vocablo en todo su activo vigor verbal; el elegante es el «eligente», una de cuyas especies se nos manifiesta en el «inteligente». Conviene retrotraer aquella palabra a su sentido prócer que es el originario. Entonces tendremos que no siendo la famosa Ética sino el arte de elegir bien nuestras acciones eso, precisamente eso, es la Elegancia. Ética y Elegancia son sinónimos.

Apéndice a Idea de principio en Leibniz, José Ortega y Gasset, ¿1947?

Hoy es el cumpleaños de la persona más exquisitamente elegante que conozco. Aunque sé que no me lee, no me he podido resistir a colgar este texto de modesto y cariñoso homenaje. Felicidades :-)

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para elegir conviene tener las ideas claras, sobre todo si se trata de amigos.No digamos en el caso de elegir pareja, que ademàs de ser tu mejor amigo, con permiso de los canes,
tiene que ser tu mejor amante. El caso es que lo de la amistad es complicado y, en mi opiniòn, conviene tener pocos y muy bien elegidos. No sè si este parrafillo me ha quedado elegante aunque lo he intentado. Quizà pueda transmitir su felicitaciòn al homenajeado.Deberìa hacerlo bebiendo una copa de champagne (o champàn) y, si es posible, en Parìs.Esa es mi elecciòn.Gracias en su nombre.

lopezsanchez dijo...

Completamente de acuerdo, señor Anónimo. Los amigos, pocos y escogidos.
Su elección del champagne parisino me parece excelente. Tomo nota para futuros planes con amigos tan elegantes como cuidadosamente elegidos :-)

Y es que una es una chica con suerte. Y está divina de la muerte, claro :-)