Dicen que eso ocurre a quien por primera vez ve a la mujer que habrá de hacerle concebir desde el principio una pasión arrebatadora. Dicen que hay un momento así, en el que uno se inclina, reúne energías, contiene el aliento, un instante de supremo silencio que se da en la tensísima intimidad de dos personas. Y es absolutamente imposible decir lo que ocurre en ese instante. El instante mismo es como la sombra que proyecta la pasión. Un relajamiento de todas las tensiones anteriores y al propio tiempo un estado de nueva, súbita ejecución, en el que ya está contenido todo el futuro, una incubación concentrada en la punta de un alfiler..., y por otra parte algo insignificante, un sordo, impreciso, sentimiento, una debilidad, un temor...
Las tribulaciones del joven Törless, Robert Musil, 1906.
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