11 de marzo de 2007

Él, "él", el "él" que a veces llamamos "tú"

No puede dar respuesta a esta clase de preguntas. No puede dar respuesta porque no está de humor para respuestas. Eso es lo que comporta estar melancólico: a un nivel por debajo del juego y del revoloteo del intelecto ("¿Por qué no esto?", "¿Por qué no lo otro?"), él, "él", el "él" al que a veces llama "tú" y a veces "yo", está perfectamente listo para afrontar la oscuridad, la quietud, la extinción. Él: no aquel cuya mente discurría siempre de aquí para allá, sino el que sufre dolor toda la noche.

Hombre lento, J. M. Coetzee, 2005.
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