(Con perdón por el cuasi-préstamo del título)
Escribir un blog le vuelve a uno transparente. Por más que uno intente mantener una aséptica distancia, irremediablemente acabará volviéndose transparente. Post a post, uno va abandonándose, dejando de lado esa frialdad autoimpuesta y, libre de constricciones artificiales, comienza a mostrar trocitos de sí sin pretenderlo.
Un día le da a uno por releer sus primeros post y es entonces cuando cae en la cuenta de hasta qué punto se volvió transparente. Quién lo iba decir, yo, que siempre fui de opaco por la vida, que casi llevé a gala mantener mi pose hierática pasara lo que pasara. No importaba que fuera mi cumpleaños o que me estuviera jodiendo por dentro aquella historia imposible. Los demás son los demás y están fuera de mi mundo. Mi trato con ellos debía ser idéntico siempre.
Y entonces, le vence a uno su afán exhibicionista. Ese que jamás creyó tener –llevo a gala mi discreción y mi pasar inadvertido hasta la obsesión-, uno de esos yos que desconocemos y que un día descubrimos entre los cajones de nuestra conciencia. Y comienza a escribir un blog. “Pero, no, el mío es un blog estilístico, frío. Una pura elucubración intelectual”, se engaña uno.
Puede que sí, que lo fuera. La primera media docena de post, tal vez. Pero este medio es voraz y pronto lo fagocita a uno, lo vuelve del revés y le roba esa capa opaca bajo la que esconde su yo transparente.
Ante tanta transparencia, hay ocasiones en las que el natural huidizo de uno vuelve a rebelarse. Las circunstancias vitales claman por ser publicadas, por tomar al asalto ese espacio público de la transparencia.
En estas ocasiones, al bloguero, perdida ya para siempre toda capacidad de opacidad, sólo le queda una salida: disolverse en medio del silencio.
4 comentarios:
Creo que todo depende de la intención o temática del blog, pero no hay duda que, incluso el más fiel a su opacidad trasmite parte de la forma de ser del autor.
Un beso, y espero que no te disuelvas en el silencio ;)
Yo intento mantener esa opacidad lo máximo posible. Si hay algo que me gusta del blog es poder expresarme anónimamente y decir barbaridades.
Para ser transparente ya tengo el día a día, claro que a veces sin darte cuenta revelas más cosas de las que pretendes con un blog.
Bienvenida sea la transparencia.
Es precisamente lo que le da alma a todo lo que hacemos y nos distingue de las meras máquinas. Esas cosas que se dicen sin querer lo hacen todavía más interesante...
En principio mi única defensa era el secretismo, pero poco a poco mis "conocidos" van sabiendo de la existencia del blog y, claro, se queda uno literalmente en pelotas delante de gente que te conoce de toda la vida y que, de repente, se da cuenta de que no te conoce de nada. Uno de los efectos es que ya no vuelves a escribir como al principio, cuando sabías que nadie de tu vida "real" iba a leerte. Incluso he pensado muchas veces en dejarlo, pero hay algo que me lo impide. Y no sé todavía qué es.
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