Mientras tanto, a medida que el padre derivaba más y más fuera de la vida, Gerald experimentaba más y más una sensación de encontrarse expuesto. Después de todo, su padre había representado para él el mundo viviente. Mientras vivió, Gerald no fue responsable del mundo. Pero ahora que su padre estaba desvaneciéndose, Gerald se descubrió expuesto y no preparado ante la tempestad de vivir, como el amotinado contramaestre de un barco que ha perdido a su capitán y sólo ve ante él un caos terrible. No había heredado un orden establecido y una idea viviente. Toda la idea unificante de la humanidad parecía estar muriendo con su padre, hundirse con él la fuerza centralizante que manteniá reunida la totalidad; las partes estaban prestas a desparramarse en desintegración terrible. Gerald se sentía como dejado a bordo de un barco que se hundía bajo sus pies, encargado de una nave cuyas planchas se separan.
Mujeres enamoradas, D.H. Lawrence, 1920.
3 comentarios:
Un fragmento muy intenso. Me ha gustado mucho.
Un saludo
Jesús Domínguez
Feliz verano...
Me alegro, Jesús.
Igualmente, sr. excusatio. ¿Qué tal le va?
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