Será el azar o esa continua búsqueda de conexiones que realizan nuestras mentes, pero el caso es que con muy pocos días de diferencia he podido disfrutar de una exposición y una peliculita imprescindibles que se empeñan en mostrarnos ese otro Nueva York, el de la gente.
The visitor es una película serena, pausada, de las que se construyen a base de sutilezas y personajes. Con un Richard Jenkins impagable, la película nos muestra el Nueva York más vivo, el de la gente que se busca la vida, que habita a pie de calle, que pasa sus ratos en el parque y trata de sobrevivir vendiendo en los mercadillos. El Nueva York que le cierra la puerta a los de fuera, el que continúa tocado por la psicosis del 11-S, el de la arbitrariedad y el vacío legal para aquellos que están fuera del sistema.
Y, ya de paso, si van a verla en Madrid, pueden aprovechar para acercarse a la Fundación Telefónica a la exposición de fotografías de Weegee. Poco publicitada, el boca a oreja está funcionando a la perfección en este caso.
En el eterno dilema artístico entre mostrar la realidad y transformarla, Weegee se sitúa como exponente de lo primero. Empeñado en captar el Nueva York más vivo e impactante, el de la gente de Weegee (Weegee's people tituló a uno de sus libros), esperaba en su coche, cámara en ristre y con la emisora de la policía sintonizada, a que se produjera la noticia. Así, nos regala series de fotografías sobre incendios, asesinatos y todo tipo de actuaciones policiales.
Pero quien piense que acude a ver una exposición más de fotoperiodismo se equivoca: la obra de Weegee tiene un afán comunicador que va mucho más allá, como bien expresan los propios títulos de las fotografías. Y es que a través del objetivo de Weegee vemos esa otra cara del Nueva York de los años 40, la de familias durmiendo en la escalera de incendios para huir del calor, la de vecinos costernados al ver cómo se quema su casa, la de celebraciones patrióticas por calles de Little Italy o gentes divirtiéndose en tugurios de Harlem al son de músicas encendidas.
Un Nueva York que, como el de The visitor, está lejos de la imagen oficial de la ciudad pero, quizás precisamente por eso mismo, más cerca de su esencia.
Traten de no perdérselas. Y ya saben: sean felices y curiosos ;-)
The visitor es una película serena, pausada, de las que se construyen a base de sutilezas y personajes. Con un Richard Jenkins impagable, la película nos muestra el Nueva York más vivo, el de la gente que se busca la vida, que habita a pie de calle, que pasa sus ratos en el parque y trata de sobrevivir vendiendo en los mercadillos. El Nueva York que le cierra la puerta a los de fuera, el que continúa tocado por la psicosis del 11-S, el de la arbitrariedad y el vacío legal para aquellos que están fuera del sistema.
Y, ya de paso, si van a verla en Madrid, pueden aprovechar para acercarse a la Fundación Telefónica a la exposición de fotografías de Weegee. Poco publicitada, el boca a oreja está funcionando a la perfección en este caso.
En el eterno dilema artístico entre mostrar la realidad y transformarla, Weegee se sitúa como exponente de lo primero. Empeñado en captar el Nueva York más vivo e impactante, el de la gente de Weegee (Weegee's people tituló a uno de sus libros), esperaba en su coche, cámara en ristre y con la emisora de la policía sintonizada, a que se produjera la noticia. Así, nos regala series de fotografías sobre incendios, asesinatos y todo tipo de actuaciones policiales.
Pero quien piense que acude a ver una exposición más de fotoperiodismo se equivoca: la obra de Weegee tiene un afán comunicador que va mucho más allá, como bien expresan los propios títulos de las fotografías. Y es que a través del objetivo de Weegee vemos esa otra cara del Nueva York de los años 40, la de familias durmiendo en la escalera de incendios para huir del calor, la de vecinos costernados al ver cómo se quema su casa, la de celebraciones patrióticas por calles de Little Italy o gentes divirtiéndose en tugurios de Harlem al son de músicas encendidas.
Un Nueva York que, como el de The visitor, está lejos de la imagen oficial de la ciudad pero, quizás precisamente por eso mismo, más cerca de su esencia.
2 comentarios:
Excelente película. Me dejó bastante mal anímicamente y eso que la película es hasta esperanzadora después de todo (en parte al menos).
Para la exposición tendré que salir de casa para otra cosa que no sea ir al curro. No sé, a veces nos pides unos sacrificios... ;-)
Pues debería usted, querido dekker, porque merece la pena. Además, ya sabe mi opinión: el cine, como en el cine, en ningún sitio :-)
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