9 de julio de 2007

Clase de religión

-¿Religión? Ah, sí. Ya habrá otra vez algo interesante... Cuando me siento con humor, creo que podría demostrar tanto que dos por dos son cinco, como que sólo puede haber un Dios...
Beineberg miró a Törless burlonamente.
-Estás chistoso -dijo-. Me parece casi como si la idea te diera hasta placer. Por lo menos te relumbran los ojos, llenos de entusiasmo.
-¿Por qué no? ¿No es divertido? Siempre hay un punto en el que ya no sabemos si mentimos o si la conclusión a que hemos llegado es más verdadera que nosotros mismos.
-¿Cómo dices?
-Bueno, no ha de entenderse literalmente. Por cierto que siempre sabremos cuándo mentimos; pero, a pesar de ello, la mentira se nos manifiesta a veces tan digna de crédito que, en ciero modo, el pensamiento se nos aferra a ella, se nos queda en ella.
-Sí, pero, ¿qué placer encuentras en eso?
-Precisamente éste. Es como una sacudida en la cabeza, un mareo, un vértigo.

Las tribulaciones del joven Törless, Robert Musil, 1906.
Lectura anterior | Siguiente lectura

2 comentarios:

Fernando J. López dijo...

ay... que habria sido de mi adolescencia sin torless...? por no hablar de como me obsesiono El hombre sin atributos a mis incipientes veinte... hay que reivindicar a musil

mas musil y menos berceo (por poner un exampol)

besitos, my love

lopezsanchez dijo...

¿no le gusta a usted Berceo? ¡¡Pero cómo!! Si es puritita pasión el hombre :-P