A lo grande

Son ya dos partidos y dos victorias completamente aplastantes. La selección vuelve a ganar sin dejar opción. Y lo mejor no es que gane, sino cómo lo hace.
Para empezar, se va demostrando que España no es sólo un quinteto impresionante: en ambos partidos participaron los once jugadores disponibles y todos mostraron estar al máximo de sus capacidades. Quizás el que menos rendimiento esté dando sea Navarro y, aun así, anda el tercero en la lista de anotadores. Y el novato, Marc Gasol, cuya única misión en este campeonato es la de fajarse y aprender, está respondiendo con solvencia al reto de sustituir al lesionado Reyes.
Además, no existe dependencia ofensiva de uno o dos jugadores. Existe una regla no escrita en baloncesto que afirma que es extremadamente difícil vencer a un equipo en el que cinco o más jugadores han sobrepasado los diez puntos. Y sí, ciertamente Gasol, Garbajosa y Navarro encabezan la lista de anotadores, pero como se ha visto estos días nuestra pólvora no se limita a esto.
Hasta ahora, dos victorias contra equipos muy inferiores, “muy malos” diría alguno. Esa es otra de las grandes virtudes de la selección: su defensa. Una defensa proactiva, moderna, que presiona continuamente al atacante en lugar de esperar pasivamente a que éste actúe. Una defensa que incordia sin cesar, que en lugar de esperar el fallo del contrario lo provoca.
Hace años, antes de esta magnífica generación de jugadores, comenzar un campeonato contra un equipo tan correoso como Nueva Zelanda nos hubiera supuesto más de un apuro. Ahora se resuelve apenas sin despeinarse.
Y es que nuestra selección rezuma técnica y, sobre todo, táctica por todas partes. Táctica individual, esa cualidad tan difícil de encontrar por la que un jugador no sólo ejecuta bien sino que elige siempre la mejor opción. Son jugadores que llevan el baloncesto en la cabeza, capaces de leer las defensas y dar ese pase de más cuando es necesario, de penetrar y doblar cuando se les cierra la defensa o buscar el tiro de media distancia sin complejos cuando el defensor les flota. Con cinco cerebros en pista, la labor del entrenador se hace grata y fluida.
Mañana nos espera el primer gran reto: Alemania. Un equipo poderoso liderado por el mejor jugador del mundo –con permiso del argentino Ginobili-. Una prueba de fuego que nos dará una indicación de nuestras auténticas aspiraciones. Ya veremos qué ocurre. Así sobre el papel desde aquí apostábamos a priori por una gran final Argentina-España. Después de ver el planteamiento serio y profesional que han presentado hoy los americanos contra China y el gran nivel que están mostrando Italia o Turquía ya no tenemos tan claras las cosas. Lo que sí está claro es el espectáculo que nos queda por ver. Siéntense y disfruten.