12 de julio de 2006

Huye

Sigue adelante. No pares. Huye. Ya son diez años juntos. Desde los catorce. Toda una vida. ¿Le quieres? ¿Qué pregunta es ésa? Son ya diez años, cómo no vas a quererle. Sí, le quieres. Pero, ¿y este vacío? No importa. No pienses. Sigue adelante. Hay que avanzar, dar otro paso, huir, huir. ¿Nos casamos?
...
¿Ves como sí? Sólo había que avanzar un poquito, desatascarse. Ahora, casados, mucho mejor. Un año más. ¿Y ellas, mis amigas? Ellas no saben, no tienen a nadie. No es como vosotros, felices, casados. Parecen aún adolescentes, tanto entrar y salir.
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¿Y esos gritos, esas peleas? No pienses, tonta. Cosillas de pareja. Sigue adelante. No parar: ésa es la consigna. Tened un hijo. Eso une, ya verás. Todo se arreglará. Lo importante es continuar, huir, huir.
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¿Eres feliz? Claro que sí. Seguro que sí. ¡Tienes ya dos niños preciosos! Mírate dónde estás. Y no tienes ni treinta. No pasa nada, son rachas. Ellas no maduran, no sientan la cabeza. No como tú. ¿Que ya no habláis? Es que hay que esforzarse. Estáis cansados. Ya verás como pronto pasa.
...
¿Y ahora? ¿Qué? ¿Adónde huyo? Me miro al espejo y pregunto qué fue de mi vida, adónde llegué después de tanta huida hacia delante. Eh, estúpida, ¿qué tienes que decirme ahora, qué próxima etapa quieres que queme para calmar este vacío? ¿Qué cuento de hadas me contarás esta vez? Se acabó. Me he tragado tus mentiras –mis mentiras- demasiado tiempo. Hoy me miré al espejo y te vi. Vi tu cara fracasada, la tristeza sembrada por esa relación que nació muerta y te empeñaste –os empeñasteis- en perpetuar más de quince años. ¿Y ahora? Ahora... no me queda ya sitio adonde huir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces sí hay dónde huir o con quién huir.
Tengo una vecina que con más de 50 años ha decidido divorciarse tras múltiples problemas matrimoniales. El divorcio le va a costar todo el sudor y lágrimas que le costó el matrimonio porque el marido no le permite que sea fácil. Pero en este caso, sus dos hijas la apoyan, la comprenden y la animan. Así que, ¿huir? Sí, acompañada, que es un poquito menos difícil.

lopezsanchez dijo...

Claro, dekker, pero es que esa es una huida de las buenas, de las que cambian de rumbo para emprender nuevos caminos.
Las malas, las otras, las que insisten en correr más y más adentrándose en la selva improductiva son las que denuncio.
Esta semana una conocida por fin toco fondo y decidió parar de huir. Ha tardado 10 años en darse cuenta de que su relación no iba a ningún sitio. Diez años, una boda, un piso y dos niños. Y eso que cuando apenas llevaban seis meses de relación era evidente para todos que no llevaba a ningún lado. Pero algunos prefieren engañarse y negarse a sí mismos que han fracasado y continuar dándose con la misma piedra en la esperanza de que un día esa piedra desaparezca por arte de magia.