En días como hoy, me brotan las palabras y me resulta imposible callar. Y, paradójicamente, me resulta igualmente imposible domesticar esas palabras. Me temo que soy demasiado ansiosa como para escribir decentemente. Demasiados pensamientos, demasiadas ideas luchando por figurar en la frase. Demasiado ruido.
Me hierve la cabeza. Conversaciones rememoradas, un rostro que se cuela furtivo, consejos dados con cariño -¿quién soy yo para aconsejar nada?-, vivencias pasadas que se me antojan metáforas de hoy, ese rostro obsesivo que vuelve, historias contables e incontables, vividas e inventadas. Un caos imposible de ordenar de forma inteligible.
Ante esta falta de talento, esta incapacidad para liderar palabras y situarlas obedientemente, me decido por la vía fácil. Huyo y me refugio en los textos de los demás buscando ese sonajero que acalle parte de mi mente para focalizar a la otra parte.
Y leo, sorprendida, la pasión de Klingsor por los mapas. Me sorprende, o tal vez no. No es la primera vez que coincidimos. En realidad, en mi heterogeneidad no es difícil coincidir conmigo, pero aún me siguen sorprendiendo paralelismos extraños como éste. A mí siempre me cautivaron los planos de ciudades. Me gusta recorrer sus calles y reconcerlas. O imaginarlas. Mi escasa orientación me lleva a concebir cada lugar como un pedacito aislado de mundo y me encanta descubrir que puedo conectar esos lugares, que existen caminos misteriosos que los unen y que tarde o temprano tendré que recorrer.
Durante unos momentos, recorro mentalmente ese plano de Madrid que me sustrae del mundo cada vez que bajo a un anden del metro. Me lo conozco de memoria y, sin embargo, siempre me encontrarás allí, ensimismada, mirándolo con la pasión del primer día. Y ese recorrido, ese pensamiento, vuelve a despertar las furias de mi cabeza. Me vuelve a resultar imposible expresarme porque ésta, mi ciudad, es tan parte de mi vida que irremediablemente me duvuelve todas mis pasiones.
Conversaciones rememoradas, un rostro que se cuela furtivo... Creo que cogeré los pinceles. Con ellos, todo es mucho más sencillo.
Me hierve la cabeza. Conversaciones rememoradas, un rostro que se cuela furtivo, consejos dados con cariño -¿quién soy yo para aconsejar nada?-, vivencias pasadas que se me antojan metáforas de hoy, ese rostro obsesivo que vuelve, historias contables e incontables, vividas e inventadas. Un caos imposible de ordenar de forma inteligible.
Ante esta falta de talento, esta incapacidad para liderar palabras y situarlas obedientemente, me decido por la vía fácil. Huyo y me refugio en los textos de los demás buscando ese sonajero que acalle parte de mi mente para focalizar a la otra parte.
Y leo, sorprendida, la pasión de Klingsor por los mapas. Me sorprende, o tal vez no. No es la primera vez que coincidimos. En realidad, en mi heterogeneidad no es difícil coincidir conmigo, pero aún me siguen sorprendiendo paralelismos extraños como éste. A mí siempre me cautivaron los planos de ciudades. Me gusta recorrer sus calles y reconcerlas. O imaginarlas. Mi escasa orientación me lleva a concebir cada lugar como un pedacito aislado de mundo y me encanta descubrir que puedo conectar esos lugares, que existen caminos misteriosos que los unen y que tarde o temprano tendré que recorrer.
Durante unos momentos, recorro mentalmente ese plano de Madrid que me sustrae del mundo cada vez que bajo a un anden del metro. Me lo conozco de memoria y, sin embargo, siempre me encontrarás allí, ensimismada, mirándolo con la pasión del primer día. Y ese recorrido, ese pensamiento, vuelve a despertar las furias de mi cabeza. Me vuelve a resultar imposible expresarme porque ésta, mi ciudad, es tan parte de mi vida que irremediablemente me duvuelve todas mis pasiones.
Conversaciones rememoradas, un rostro que se cuela furtivo... Creo que cogeré los pinceles. Con ellos, todo es mucho más sencillo.
8 comentarios:
Querido inquilino... Pasión compartida, esa de los planos. Yo puedo pasar horas enteras ante ellos. Lo hago con los de mis ciudades (Madrid, Sevilla, Lille, Lisboa, Bruselas, La Coruña...). Lo hago con los de las ciudades que voy a visitar, antes de hacerlo, y tamibén después. Lo hago ante cualquier mapa. La fascinación me puede, son para mí un imán.
¿Leíste "la escala de los mapas" de Belén Gopegui???
"fthli" (tan enigmático como un mapa) fondas te has de encontrar para liberar la imaginación...
Enhorabuena, Vulcano. Con la palabreja que te tocó, aún no me explico cómo lograste encontrar interpretación.
Los mapas... qué misteriosa y evocadora colección de poligonitos
"pnbgaf" puede no ser gafe (o sí)
Felicidades por su blog.
He echado un vistazo, y discrepo totalmente con su supuesta "falta de talento", lo cual es a todas luces falso.
La seguiré atentamente.
P. D. Estuve a punto de titular el texto de ayer "La escala de los mapas", como menciona Vulcano Lover.
P. D.2. Más coincidencias: a mí también me gustó mucho Elizabeth Costello.
Cuídese. Un saludo
Acabas de hacerme sonrojar :-D
Bienvenido, Klingsor, un auténtico gustazo verte por aquí.
Me cuidaré, a condición de que me llames de tú (salvo que seas canario, claro ;-) )
El talento es algo que abunda más de lo que pensamos... El caso es encontrar personas que sepan qué hacer con él.
Podríamos hablar de los planos que nos gustaría mirar, así con impulso, como tiene que ser. Y también alguno que hos haya fascinado...
A mí ahora mismo me gustaría ver un plano de Roma... Sí, casi lo necesito.
Creo que uno de los planos de ciudades que más me ha fascinado en mi vida es el de San Francisco. vete tú a saber por qué.
(yo siempre inventando, un día me vais a echar de estos foros)
"ntcbo" no te cierres en banda, Ombre
Pues resulta que a mí me encantan tus inventos, mira tú por dónde.
Y, siguiendo con los paralelismos, he de decir que el primer plano que atesoré con mimo, allá por mi adolescencia, fue el de Bruselas. Algún día contaré por qué. O, quizás, lo haga mañana mismo, ya veremos.
Por cierto, tengo el Google Earth instalado en mi ordenador y, aunque me encanta jugar con él, no me hipnotiza como los poligonitos de los planos tradicionales. ¿Por qué será?
"aiedslye" ay, de mí si le llevo allí
pues estoy de acuerdo contigo en lo del gogle earth... No me engancha tanto, aunque me fascina (de otro modo)
Sí, el de bruselas es un plano que conozco bien, casi que ya ni lo necesito cuando voy. Ya te contaré yo también el porqué.
Tengo un plano de Paris alucinante. Es un secreto entre nosotros, pero lo tenemos que deshuesar un día juntos, prometido???
"hglqb" hoy qué glotón que me siento al beber...
i promise, of course
Yo tengo un plano antiguo de Salamanca que es una pasada
"zmjoxbni" zarandojo extra bien que entra
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