Siento, con certeza, la firme necesidad de reformularme ciertas preguntas cientos de veces planteadas. Evidentemente, ¿cómo estás? no equivale a ¿estás bien? Ambas preguntas encierran situaciones harto distintas a pesar de que, en su esencia, vengan a decir lo mismo.
¿De verdad resulta relevante averiguar si Dios existe? ¿No es más apropiado poner en cuestión primero qué entiendo o quiero entender por Dios? Francamente, la idea de un Dios como causa incausada, un Dios ensimismado y despreocupado de nosotros, que pudo dar lugar -o no- al Universo para luego desentenderse, esa idea, para lo que realmente importa, es equivalente a la inexistencia de Dios. Porque lo que quiero, en el fondo, es no sentirme como un huérfano abandonado a su suerte, tener a alguien a quien culpar de toda injusticia arbitraria que cae sobre nosotros.
E igualmente absurda me resulta la pregunta de si hay vida más allá, si mi conciencia perdura después de este momento y este lugar. La pregunta relevante aquí es, tal vez, si tendré conciencia de esta realidad vivida ahora en un tiempo posterior. Porque lo otro, la perduración sin recuerdo equivale a la aniquilación. ¿Sigo siendo yo si no recuerdo que soy yo?
Powered by Castpost
No hay comentarios:
Publicar un comentario