16 de diciembre de 2005

El redactor

Tenía oficio, siempre lo había tenido. En el colegio le consideraron siempre una gran promesa de la Literatura. Pero él era consciente de la realidad. No, no sería escritor jamás. Le faltaba talento para crear. Podía narrar cualquier cosa que le contaran, adornarla y componerla hasta lograr un buen relato, pero era incapaz de inventar nada por sí mismo.

Por eso lo hizo. Contó la vida de todos sus amigos. Puso al descubierto las miserias de todos aquellos a los que quería.

Y lo pagó caro.

1 comentario:

lopezsanchez dijo...

Bueno, es una postura... El arte por encima de todo.
¿Qué precio estás dispuesto a pagar?