15 de diciembre de 2005

Ansiedad empática

Hay días en que casi no lo resisto. Te veo sufrir y quiero correr a tu lado. Y abrazarte. Y lamerte. Y envolverte por completo hasta fundirme contigo. Quiero que entres en mi vientre a buscar refugio. Repartir contigo esta paz que siento últimamente.


Sí, creo que eso quiero pedirle a los Reyes. Un alivio para tu dolor, un resquicio para tu esperanza, una explicación para un mundo que, francamente, dudo ya que tenga explicación alguna.


Y todo por ese puto racionalismo que nos hace insoportable aquello que no entendemos. La ausencia, en mí, es notable pero ya apenas duele. Se ha ido transformando en presencia, en uno de esos "monstruos" de Oé que pueblan mi cielo, que me acompañan y me orientan. Y todo porque esa asuencia no rompe la secuencia racional de la vida, no altera el orden establecido, no escapa a la lógica.


Y, sin embargo, ¿en qué cambia la cosa? ¿Tan diferente es un mismo hecho si podemos o no justificarlo?

No hay comentarios: