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11 de febrero de 2022

Y se armó el belén... (en Benidorm Fest)

Parece que se van calmando los ánimos tras el tsunami que se levantó en redes y demás medios a raíz del Benidorm Fest. Como no sé cuándo van a leer este post, les pongo en antecedentes por si les suena a chino esta historia:

RTVE decidió montar un concurso musical, el Benidorm Fest, para seleccionar la canción que nos representará en el Festival de Eurovisión. La fórmula ha sido muy exitosa, porque ya desde las primeras fases comenzó a generarse mucha expectación con el fandom haciendo campaña activa por sus favoritos. Según lo que se percibía desde las redes, parecía que la cosa iba a estar entre dos temas: Terra, de Tanxugueiras, y Ay, mamá, de Rigoberta Bandini. Sin embargo, el formato de puntuación daba tanto peso al criterio del jurado frente al voto popular que la canción seleccionada ha sido SloMo de Channel. Sorpresa, desilusión y eurodramita de unos y felicitaciones y alegrías de otros. Hasta aquí, nada que no pase todos los años.

Sin embargo, todo el fandom, decepcionado, se puso a twittear su indignación con el resultado, acusando a la organización de tongo y negando cualquier virtud al tema ganador. El recurso a la pataleta es algo natural y hasta deseable, pero en los tiempos de las redes sociales lo habitual es que este tipo de enfados acabe degenerando en un flame o, lo que es lo mismo, una montaña de odio absolutamente desproporcionada.

Tengo cuenta en Twitter prácticamente desde sus inicios y, conforme se ha ido popularizando su uso, he podido asistir a cómo este tipo de tormentas de odio son cada vez más frecuentes. A veces, por el asunto más nimio, dos twitteros se enganchan y acaba montándose una auténtica guerra entre los partidarios de uno y de otro. Con demasiada frecuencia este tipo de peleas se observan incluso entre posturas que apenas difieren pero que, por algún pequeño matiz o salida de tono, han acabado convertidas en estandartes de lucha irreconciliables.

El problema, del que pocos parecemos ser conscientes, es que las redes sociales tienen una idiosincrasia propia como canal de comunicación: no existe retroalimentación inmediata. Steven Johnson, en su Sistemas emergentes, lo explica muy bien. El libro tiene ya bastantes añitos y, al ser anterior a Twitter, cuenta este mismo fenómeno en los incipientes foros de comentarios de Internet:

Un foro de discusión guiado es un ecosistema ideal para una especie peculiar conocida como crank: el ideólogo obsesionado con un tema específico o un modelo interpretativo que no tiene reparos a la hora de introducir su propia visión del mundo en cualquier discusión, y aparentemente tampoco tiene ni trabajo ni vida familiar que le impida enviar extensos comentarios ante la menor provocación. Todos conocemos gente así, los que blanden el hacha desde el fondo del aula en un seminario o en el café: los teóricos de la conspiración, los libertarios furiosos, los evangelistas, los que insisten en llevar todas las conversaciones hacia su tema particular y objetan todas las conversaciones que no se ajustan a sus propias reglas.

Internet ha proporcionado un hábitat ideal para que este tipo de personaje obsesivo -el troll- pueda persistir con su idea fija continuamente, ya que siempre encontrará alguien que le conteste y entre al trapo. 

Pero, claro, las redes sociales han amplificado el fenómeno ya que la inmediatez y la facilidad que supone enviar un tweet, un post de Facebook, un comentario de Instagram, nos convierte a todos en potenciales trolls sin saberlo. La clave está, como bien dice Johnson, en la falta de realimentación de estos canales:

En la vida real, hemos desarrollado una serie de convenciones sociales que impiden que los cranks, excéntricos obsesivos, dominen nuestras conversaciones. Cuando se trata de casos patológicos, nos limitamos a evitarlos. Pero con los casos leves recurrimos a un mecanismo sutil pero poderoso en cualquier conversación cara a cara: si un individuo acapara la conversación con alguna de sus irrelevantes obsesiones, el grupo puede llegar a un consenso de forma natural -palabras, expresiones faciales, gestos incluso- para transmitir su impaciencia. El mundo de las relaciones cara a cara está plagado de encuestas improvisadas que tantean la opinión colectiva [...] En el mundo real, todos somos termostatos sociales: leemos la temperatura grupal y ajustamos nuestra conducta de acuerdo a ella.

En otras palabras, a la comunicación mediante redes sociales le falta un elemento vital que nos permite mantener la conversación en cauces adecuados y hasta que colectivamente no aprendamos a modular nuestras expresiones de manera adecuada seguiremos sufriendo, provocando o contribuyendo a estas sobre-reacciones violentas que periódicamente asolan las redes.


6 de julio de 2007

Wikipedia a toda pastilla

Interrumpo mi largo silencio brevemente para expresar, una vez más, mi asombro ante la celeridad y eficacia de la web 2.0 como medio de transmisión de noticias. Hace unas semanas me enteré de un terremoto que hubo en Ciudad de México -y que pasó desapercibido a los medios aquí en España- a través de mis contactos del twitter. Hoy me sorprendo una vez más. Han empezado a correr rumores por la oficina sobre el cambio de varios ministros del Gobierno. Me pongo a buscar información biográfica en Internet y me encuentro una entrada en la Wikipedia sobre César Antonio Molina que ya incluye lo siguiente:

César Antonio Molina es un escritor e investigador español, que el 6 de julio de 2007 fue nombrado Ministro de Cultura de España.

Son las 10:20 de la mañana, la noticia apenas acaba de saltar a los medios y ya hay gente corriendo a actualizar la información en la Wikipedia. Impresionante.

14 de febrero de 2007

La web 2.0 en cinco minutos

Hace bastantes meses -casi tantos como los que hace que comencé este blog- que llevo queriendo escribir sobre la web 2.0. Internet y las posibilidades que ofrece me han venido fascinando desde la primera vez que tomé contacto con ella, allá por el año 99 -qué poco tiempo hace de eso y, sin embargo, qué lejos queda-. La irrupción de la segunda generación, esto que se ha venido a llamar web 2.0 y que me parece lo más revolucionario que le ha ocurrido a la sociedad y la cultura universal en mucho tiempo, aumentó esa fascinación hasta límites impensables. Así que he ido posponiendo el post semana tras semana ante el respeto que me producía tratar de resumir en unos pocos párrafos qué es la web 2.0 y cómo fue la evolución que llevó desde el texto impreso hasta esta. Pero, como suele ocurrir, la misma web ofrece la respuesta y, a través de Psicofonías (y este a su vez a través de Enrique Dans), he dado con este magnífico vídeo que lo explica todo.



No tiene mucho que ver con el tema, pero me lo ha recordado. Este viernes intentaré darme un paseíto por ARCO, a ver qué me encuentro. De momento, por las fotos que he visto, la cosa promete. Ya les contaré. Sean felices ;-)

22 de noviembre de 2006

Una campaña de Google Bombing

El Google Bombing consiste en lograr que una determinada web aparezca posicionada en primer lugar al introducir una determinada búsqueda en Google. Esto, que parece otro entretenimiento más de "frikis", mueve en realidad montones de dinero. Imagínense, por ejemplo, que tienen una librería on-line. Cuando un usuario desea adquirir un libro por Internet una forma muy frecuente de actuar es introducir el título en un buscador y adquirirlo en la primera tienda que le aparezca, de ahí la importancia de que su librería aparezca bien colocada.

Dada la trascendencia que han adquirido las técnicas de posicionamiento, de vez en cuando se realizan concursos de Google Bombing. Básicamente, se propone una palabra que no figure indexada en Google y se marca una fecha límite. El ganador es aquel que logre que su web aparezca en primer lugar al buscar la palabra propuesta en la fecha y la hora establecidas. Así, a bote pronto, recuerdo los concursos que se llevaron a cabo con los términos "telendro" y "microsano".

El asunto del Google Bombing tiene, además de esta vertiente económica, una más lúdica que presenta a menudo matices políticos. Si tecleamos "miserable" en Google nos aparece en este momento una entrada de Ángel Acebes, si bien es cierto que de vez en cuando intercambia su primer puesto con Pérez Rubalcaba debido a alguna campaña de internautas de signo contrario.

Otro conocido caso de nuestro país fue el del petrolero Prestige, cuya evolución es analizada con detalle por la gente de Dirson aquí.

Hecha toda esta introducción, les invito a participar desde su blog en una campaña de Google Bombing. El sitio MartinLutherKingPUNTOorg es un sitio falso que promueve la supremacía de la raza blanca y que ha logrado aparecer mejor posicionado en Google y tener más visitas que el sito correcto.

En este momento, la campaña para corregir esto está dando sus frutos y la situación comienza a corregirse, pero si aún así quieren colaborar, basta con que creen una entrada en su blog con enlaces a los sitios correctos tal y como ven a continuación:

Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King
Martin Luther King

Noticia vista en meneame y el blog de Ricardo Galli