30 de octubre de 2008

La técnica de Emmanuel Guibert

Ya he hablado aquí en más de una ocasion de uno de mis cómics preferidos, El fotógrafo, de Emmanuel Guibert. También recomendé, hace unos años, La guerra de Alan en el post 5 cómics recomendados (y recomendables) que escribí hace unos años para conmemorar el Día del Libro. Me faltaría, por tanto, hablar de La hija del profesor para terminar de repasar las obras de Guibert que tengo en casa. Sin embargo, pese a que el exquisito dibujo de esta última me fascina, la voy a dejar para otra ocasión porque ahora toca volver brevemente sobre la historia de Alan.

Cuando uno comienza a leer los recuerdos del soldado Alan E. Cooper sobre la II Guerra Mundial, queda enganchado irremediablemente. A través de las sosegadas viñetas de Guibert uno acaba creyendo que es el mismo Alan el que, a su lado, rememora pausadamente sus idas y venidas por media Europa a bordo del blindado. La composición es casi estática, sin apenas rupturas de ritmo, para adaptarse a la perfección a ese estilo narrativo que adoptan las personas cuando hablan de sus vivencias de muchos años atrás.

Pero en Guibert, al menos para mí, lo más impresionante es el dibujo en sí. Cada viñeta es una pequeña maravilla. La primera vez que leí el cómic quedé prendada de ese entintado rudo y ágil a la vez y me preguté qué tipo de plumilla empleaba Guibert para lograr ese efecto. Ayer, gracias a un post de Drawn!, desvelé el misterio. Vean, vean y díganme si Guibert no es el puto amo:



PD. Además de las tres mencionadas, Guibert tiene publicadas en español El capitán escarlata (guión del magnífico David B.) y Brune. Se acercan las Navidades y no miro a nadieeeeeeeeee :-)

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