Aquellos que han tenido la ocasión de compartir pupitre conmigo saben que no puedo remediarlo: aguantaré una, dos o quizás tres horas, pero tarde o temprano acabaré haciendo dibujitos compulsivamente mientras el profesor o el conferenciante exponen su tema.
En este continuo pintar monas, acabó surguiendo un juego, no sé muy bien cuándo, entre uno de mis compañeros de pupitre y yo. Él hacía un garabato al azar y me lo pasaba para que, a partir del mismo, yo elaborara un dibujo, casi siempre un personaje de tipo cartoon. Este sencillo juego da de sobra para matar el aburrimiento del compañero de pupuitre y de una misma hasta que acaba la clase, de modo que desde entonces lo he ido repitiendo con la mayor parte de los compañeros que me han tocado en algún momento de mi vida académica.
Navegando el otro día por esos mares del bit topé -vía Draw!- con Stefan Bucher y sus 200 monstruos, otro creador de criaturas a partir de manchas aleatorias. Si yo inventaba monigotes a partir de los garabatos de un compañero, Stefan Bucher emplea una mancha de tinta esparcida mediante aire a presión para crear monstruitos. Mola.
En este continuo pintar monas, acabó surguiendo un juego, no sé muy bien cuándo, entre uno de mis compañeros de pupitre y yo. Él hacía un garabato al azar y me lo pasaba para que, a partir del mismo, yo elaborara un dibujo, casi siempre un personaje de tipo cartoon. Este sencillo juego da de sobra para matar el aburrimiento del compañero de pupuitre y de una misma hasta que acaba la clase, de modo que desde entonces lo he ido repitiendo con la mayor parte de los compañeros que me han tocado en algún momento de mi vida académica.
Navegando el otro día por esos mares del bit topé -vía Draw!- con Stefan Bucher y sus 200 monstruos, otro creador de criaturas a partir de manchas aleatorias. Si yo inventaba monigotes a partir de los garabatos de un compañero, Stefan Bucher emplea una mancha de tinta esparcida mediante aire a presión para crear monstruitos. Mola.
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