El otro día, de camino a Salamanca, paramos a comer un bocata en una de las áreas de descanso que hay en la Autovía de La Coruña. Allá que sacamos la navajita, partimos el pan, metemos el jamón dentro y nos sentamos sobre un par de piedras cuando, detrás de la verja que separa la carretera de los campos, vemos la imagen que se muestra en la foto.
Mi queridísimo maximizador, mucho más sensato y prosaico que yo, se limitó a quejarse sobre lo guarra que es la gente y la rabia que daba que esa basura ensuciase un paisaje nada desdeñable como aquel. Pero a mí, que se me desborda la imaginación con demasiada frecuencia, no me importaba demasiado el paisaje. Mi yo emulador de Phillip Marlowe andaba más preocupado por desentrañar el misterio: y es que se trataba de dos bolsas de Hipercor llenas de cajas de medicamentos abandonadas en plena autovía. ¡Un caso de contrabando de medicinas, allí, ante nuestros ojos!
Por desgracia, las bolsas estaban lo suficientemente lejos como para no poder leer de qué medicamentos se trataba, así que decidí hacerles una foto. Todos los que siguen CSI saben perfectamente las maravillas que pueden obtenerse de una fotografía, así que ahí me veía yo, haciéndole remuestreos bicúbicos sin fin a la foto, pasándola una y otra vez por sofisticados filtros basados en lógica difusa, logaritmizándola, integrándola y derivándola sin parar en mi PC tal y como hace el señor Grissom. Vamos, que en un periquete me veía yo averiguando el nombre de los medicamentos, las huellas dactilares del que los tiró, su grupo sanguíneo y hasta el nombre de pila de la portera de su casa.
Y, bueno, la verdad es que aún no he tenido tiempo de ponerme con ello, así que no voy a poder contarles la solución a este misterio de momento. Pero decuiden que en cuanto saque un ratito me pongo a analizar la foto y les cuento todo todito lo que averigüe.
Mi queridísimo maximizador, mucho más sensato y prosaico que yo, se limitó a quejarse sobre lo guarra que es la gente y la rabia que daba que esa basura ensuciase un paisaje nada desdeñable como aquel. Pero a mí, que se me desborda la imaginación con demasiada frecuencia, no me importaba demasiado el paisaje. Mi yo emulador de Phillip Marlowe andaba más preocupado por desentrañar el misterio: y es que se trataba de dos bolsas de Hipercor llenas de cajas de medicamentos abandonadas en plena autovía. ¡Un caso de contrabando de medicinas, allí, ante nuestros ojos!
Por desgracia, las bolsas estaban lo suficientemente lejos como para no poder leer de qué medicamentos se trataba, así que decidí hacerles una foto. Todos los que siguen CSI saben perfectamente las maravillas que pueden obtenerse de una fotografía, así que ahí me veía yo, haciéndole remuestreos bicúbicos sin fin a la foto, pasándola una y otra vez por sofisticados filtros basados en lógica difusa, logaritmizándola, integrándola y derivándola sin parar en mi PC tal y como hace el señor Grissom. Vamos, que en un periquete me veía yo averiguando el nombre de los medicamentos, las huellas dactilares del que los tiró, su grupo sanguíneo y hasta el nombre de pila de la portera de su casa.
Y, bueno, la verdad es que aún no he tenido tiempo de ponerme con ello, así que no voy a poder contarles la solución a este misterio de momento. Pero decuiden que en cuanto saque un ratito me pongo a analizar la foto y les cuento todo todito lo que averigüe.
4 comentarios:
Bah, al final serán pastillas juanolas.
Las escenas del crimen ya no son lo que eran.
Uy, pues no, no son pastillas juanola. Pero no puedo contarte lo que ha revelado mi estudio, porque el Polonio me da un poquito de alergia ;-)
... qué fuerte !! Cualquiera sabe lo que será ... yo, desde luego no tiraría del hilo que luego ya se sabe ... bueno, en caso de que te metas en un lío internacional polonil juraré no conocerte y ya está ...
Sí, sí, fidelio. Ya verás. En cuanto empiecen a hacerme cosquillas en los pies ya veras cómo lo canto todo. Que no te libras!!
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