Reconozco que cuando me propusieron asistir al concierto que Chavela Vargas iba a ofrecer en el Albéniz acepté más por la excelente compañía que por el concierto en sí. No es que no me guste Chavela. Más bien todo lo contrario: adoro esos temas atormentados que se te enganchan al alma y no te sueltan. Mis reticencias nacían más bien de la propia grandeza de Chavela. Y de su edad. Me vino rápidamente a la cabeza aquella imagen de cuando una renqueante Alicia Alonso era transportada por todo el escenario por los miembros de su ballet en lo que pretendía ser una coreografía. La pobre mujer no estaba ya para esos trotes pero había sido tanto en el mundo del ballet que el público estaba entregado de antemano y le perdonó sin dudar el lamentable espectáculo. Me temía bastante que pudiera ocurrir algo parecido, pero como la compañía bien lo merecía accedí a acudir con una mezcla de curiosidad y reserva.
El recital resultó colosal. Ciertamente, la mayor parte del público iba predispuesto a adorarla hiciera lo que hiciera. Pero es que esta inmensa cantante logró meternos en su bolsillo a todos –escépticos incluidos- a la primera de cambio, derrochando carisma, simpatía y ese inmenso talento que tiene para desgranar las melodías más intensas. Interaccionó con el público, modificó e improvisó los temas con acierto y supo establecer un diálogo que pocos artistas son capaces de alcanzar. Puede que su voz no sea armoniosa como otras, pero transmite sentimientos como ninguna.
Como guinda, ese Volver, volver cantado a coro por todo el público en medio de una catarsis colectiva como pocas que yo recuerde. Y, entre vítores y aplausos, Chavela mostrando una pancarta de apoyo al Albéniz. Inmensa, inmensa Chavela.
Este amor apasionado
anda todo alborotado por volver.
Voy camino a la locura
y aunque todo me tortura, sé querer.
Nos dejamos hace tiempo
pero me llegó el momento de perder.
Tú tenías mucha razón,
le hago caso al corazón
y me muero por volver.
Y volver volver volver
a tus brazos otra vez;
llegaré hasta donde estés,
yo sé perder, yo sé perder.
Quiero volver, volver, volver.
Salvemos el Albéniz
2 comentarios:
qué hermosa noche... y cuántas más por delante para compartir... tq
Ya sabes que su disco en Directo en el Carnegie Hall de NY recupera mucho ese clima que describes... Ýo lo tengo, y me huelo que algún habitante de esos asiduos a tu blog también...
Ays, volver, quién no ha deseado en alguna ocasión volver...y volver, volver, volver...
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