28 de febrero de 2006

Un ataque

Mírale. Sufre un ataque de ego. Hoy se siente artista, se piensa trascendente. Puede que incluso crea que ya lo logró, que ya ha trascendido.


Y allá va, mirando por encima del hombro. Entra en el metro enseñando desdeñoso su carpeta de trabajos. En la otra mano, el tubo de pinceles. Sí, podría llevar el tubo en la mochila, pero entonces nadie lo vería. "Miradme, pobres mortales, soy inmortal porque he trascendido. ¡Puedo crear!"


Y en el fondo, él sabe que este ataque de estúpida egolatría no es más que un fruto pasajero de su ciclotimia, un efecto secundario de la noche anterior. Esa noche -como tantas otras antes- en la que volvió a sentir una furia creadora.


Y hoy, apenas sin dormir, pavonea esa absurda egolatría. Sí, hoy se siente un dios. Y mañana... mañana será otro día.


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