Es más que probable que a ninguno de los lectores de este blog le suene, ni de casualidad, el nombre de Keiji Nakazawa. En realidad, hasta hace bien poco, era un auténtico desconocido para mí. Pero, aprovechando el estreno de la valiente y necesaria Munich de Spielberg, he querido traer a colación la obra más famosa del señor Nakazawa: Hadashi no gen o, como se ha publicado en España, Hiroshima. Nada mejor, para ello, que cederle la palabra:
"La bomba atómica explotó en el cielo de la ciudad de Hiroshima a seiscientos metros de altura en junio de 1945, a las 08:15 horas de la mañana. Yo me encontraba a uno o dos kilómetros del lugar de explosión, en la entrada trasera de la escuela. En esos momentos, el calor y las ondas expansivas me envolvieron. Me convertí en una víctima de la tragedia. Estaba en el primer curso de la escuela elemental (seis años cumplidos). La pared de hormigón que rodeaba el recinto fue mi salvadora. Si no se hubiera precipitado sobre mí, los más de cinco mil grados de temperatura generados hubieran abrasado mi cuerpo completamente, lo habrían derretido. Muerte en el acto. Una sola pared me salvó milagrosamente. El espantoso infierno tras la explosión se mostraba ante mí. El paisaje abrasaba mi vista y todo aquello se me quedó impreso fuertemente en el recuerdo."
Pero Keiji logró sobrevivir y, ya adulto, decidió narrar todo aquel espanto en un cómic. Efectivamente, Hiroshima constituye una narración cruda y sin tapujos de aquel episodio vergonzante -uno de tantos- de la humanidad. Y lo hace sin displicencia, posando su dedo acusador sobre la falta de humanidad, la insolidaridad, la obcecación y el fanatismo. Culpable aparece una sociedad japonesa empeñada en el patriotismo suicida y opresora contra toda voz disconforme. Culpable, también, ese genio militar que decidió hacer el mayor daño posible, para lo cual envió primero una escuadrilla de bombarderos y sólo después, cuando la gente hubo salido de los refugios, a un solitario Enola Gay para arrojar la bomba. Y culpables también los cientos de japoneses que reaccionaron repudiando y apartando como apestados a las miles de víctimas que llamaban a sus puertas implorando ayuda.
Un relato durísimo y, como en el caso de Munich, absolutamente necesario, que quizás debería incluirse como lectura obligatoria en Secundaria.
1 comentario:
Bueno, si te esfuerzas un poquito seguro que encuentras quien te lo preste ;-)
Publicar un comentario