Es un principio básico de la democracia que los oficiales del Ejército no pueden desafiar públicamente la legitimidad de los Gobiernos electos o plantear que las tropas puedan marchar por la capital para corregir decisiones del Parlamento. Sin embargo, eso es lo que ha ocurrido dos veces en este mes en España, un país cuya historia en el siglo XX obliga a tomarse en serio tales amenazas, incluso cuando las posibilidades de que ese llamamiento a la insubordinación provoque una insubordinación sean bastante reducidas.
La respuesta del Gobierno de centro izquierda del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero ha sido apropiada y firme, lo que ha incluido la destitución y el arresto de uno de los responsables, un importante general. Lamentablemente, el Partido Popular, de centro derecha, el principal partido de la oposición, parece más interesado en disculpar a los oficiales que en defender el orden democrático del que tanto depende. (…)
Pero el Partido Popular no ha podido asumir su derrota electoral de hace dos años, días después de los atentados terroristas contra los trenes de Madrid. En realidad, nunca ha aceptado la legitimidad democrática de esa votación. Ha llegado la hora de que el Partido Popular mire hacia delante. La democracia española necesita y se merece un apoyo de todos.
En el fondo, lo que subyace aquí no es más que una evidente falta de cultura democrática de parte del Partido Popular. Una parte que desde hace tiempo parece haber tomado las riendas del partido para cortar en seco cualquier atisbo de discrepancia. Y resulta gravemente preocupante, no sólo por el hecho de que quien juega con fuego se acaba quemando, también porque nos niega el derecho a la alternancia democrática. ¿Cómo votar a un partido que justifica el golpismo y que niega la legitimidad de las urnas?
1 comentario:
Pues sí. Ayer el PP no sólo volvió a dar ejemplo de lo "democrático" que es como partido (por cierto aparece enunciado en esa Constitución que tanto defienden que los partidos deberán tener un funcionamiento democrático), sino que perdió una oportunidad de oro para salir airoso del lío del Estatuto. Piqué venía a decir que al final el acuerdo va a ser bueno para todos gracias a la presión del PP, que ha moderado las posturas. Es una opinión discutible, pero a la que se podía haber acogido el PP después de que fracasara su intento de forzar elecciones anticipadas alentando la división interna del PSOE.
En lugar de eso, se ha decantado por la huida hacia adelante que no creo que nos traiga nada bueno ni a ellos ni al resto de España.
Desde luego, resulta más que preocupante ese nivel de obcecación. Sobre todo teniendo en cuenta que Baleares, Valencia y, más que probablemente, Madrid se van a apuntar rápidamente al carro del nuevo modelo de financiación.
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