-Hubo una vez en que todo esto fue nuevo -dice, haciendo exactamente el mismo gesto con la mano que ha hecho antes Drago-. Todo lo que hay en el mundo fue nuevo alguna vez. Hasta yo fui nuevo. En el momento de nacer, yo era lo último y lo más nuevo que había sobre la Tierra. Luego el tiempo empezó a hacer mella en mí. Igual que hará mella en ti. El tiempo te consumirá, Drago. Un día estarás sentado en tu bonita casa nueva con tu guapa nueva esposa y tu hijo se volverá hacia vosotros y os dirá: "¿Por qué sois tan anticuados?". Cuando llegue ese día, espero que recuerdes esta conversación.
Drago coge con el tenedor un último bocado de risotto, un último bocado de ensalada.
-Las pasadas navidades fuimos a Croacia -dice-. Mi madre y mis hermanas y yo. A Zadar. Allí es donde viven los padres de mi madre. Ya son muy viejos. A ellos también los ha dejado atrás el tiempo, como usted dice. Mi madre les compró un ordenador y les enseñamos a usarlo. Así que ahora pueden comprar por Internet, pueden enviar correo electrónico y nosotros podemos mandarles fotos. Les gusta. Y son bastante viejos.
-¿Y qué?
-Pues que usted puede elegir -dice Drago-. Es lo único que estoy diciendo.
Hombre lento, J. M. Coetzee, 2005.
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