¡Qué bien! Ya llegó el veranito. "Pues sí que se entera esta", dirán ustedes. Lo crean o no, no había tenido plena conciencia de la llegada del verano hasta esta tarde. Supongo que el que haya sido la primera tarde de feliz y relajada inactividad que tengo en meses ha tenido algo que ver en mi despiste. ¿Y qué mejor manera de emplear esa falta de quehaceres rutinarios que escrbir un post? Pues eso, que allá van unas líneas para que luego no se me quejen de que les tengo abandonados.
Y comienzo con una de eso que se viene a llamar tiras cómicas y que, a menudo, ni son tiras ni tienen un pelo de cómicas -ni falta que hace, diría yo-. El caso es que desde hace unas semanas vengo siguiendo las tiras de My life in a cube, que es algo así como la versión gráfica de The Office.
Independientemente de la mayor o menor gracia que puedan tener estas tiras, para mí lo realmente fascinante es la capacidad del autor para sacarle partido desde un punto de vista gráfico a cualquier clase de material de oficina, ya sean notas Post-it, Tippex, sobres o servilletas de cafetería.
Y, siguiendo con la gráfica, impagable es Retronomatopeya, una galería de onomatopeyas de cómics antiguos que he descubierto esta tarde vía Draw!.
No sé si estarán conmigo, pero a mí me ha cautivado en seguida (otro día hablaré de esas pequeñas colecciones "virtuales" de cosas que nos ofrece Internet). Aparte de su valor estético desde un punto de vista gráfico, esta pequeña colección añade un entrañable puntito nostálgico. Qué regresión he vivido al identificar viñetas con la inequívoca huella de Ibáñez o Vázquez.
Otro enlace que tenía por ahí pendiente de colgar lo hallé en La cárcel de papel. Se trata de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, un estupendo proyecto de digitalización en el que colaboran varias Administraciones Públicas:
Y, bueno, siguiendo con el mundo de la gráfica, recuerdo que el otro día en la oficina alguien preguntó qué era ese texto extraño que un compañero había puesto en la maqueta de página web que estaba creando. El texto, como muchos ya habrán intuido, era el famoso lorem ipsum. La historia del por qué (y dónde) se emplea este texto es bastante conocida, pero como a mí no me gusta dar nada por supesto, si hay algún despistado que no tenga ni idea de qué estoy hablando, Juan Antonio Millán lo explica muy bien en Lorem ipsum: el dolor y la tipografía.
No es el único texto curioso que se emplea en diseño. A la hora de elegir una tipografía, es importante examinar el aspecto de todos y cada uno de los caracteres para evitar sorpresas posteriores (que no incluya vocales con tildes, que la s tenga un aspecto espantoso, que las comas sean indistinguibles, etc.). Para ello se emplean los pangram, frases que utilizan todos los caracteres de un idioma y que por tanto nos permiten hacernos una idea acerca del efecto que tendrá una determinada tipografía. En inglés, el pangram más utilizado es:
Mientras que en español suele emplearse el siguiente:
Estos pangram se emplean como texto por defecto en los ordenadores. Así, si se abren ustedes un documento de Word y escriben =rand(x,y), aparecerá repetido el pangram correspondiente y veces en x párrafos.
Si les ha picado la curiosidad y quieren saber qué pangram se usan en otros idiomas, pueden recurrir a la entrada sobre Pangram en la Wikipedia.
Sean felices ;-)
Y comienzo con una de eso que se viene a llamar tiras cómicas y que, a menudo, ni son tiras ni tienen un pelo de cómicas -ni falta que hace, diría yo-. El caso es que desde hace unas semanas vengo siguiendo las tiras de My life in a cube, que es algo así como la versión gráfica de The Office.
Independientemente de la mayor o menor gracia que puedan tener estas tiras, para mí lo realmente fascinante es la capacidad del autor para sacarle partido desde un punto de vista gráfico a cualquier clase de material de oficina, ya sean notas Post-it, Tippex, sobres o servilletas de cafetería.
Y, siguiendo con la gráfica, impagable es Retronomatopeya, una galería de onomatopeyas de cómics antiguos que he descubierto esta tarde vía Draw!.
No sé si estarán conmigo, pero a mí me ha cautivado en seguida (otro día hablaré de esas pequeñas colecciones "virtuales" de cosas que nos ofrece Internet). Aparte de su valor estético desde un punto de vista gráfico, esta pequeña colección añade un entrañable puntito nostálgico. Qué regresión he vivido al identificar viñetas con la inequívoca huella de Ibáñez o Vázquez.
Otro enlace que tenía por ahí pendiente de colgar lo hallé en La cárcel de papel. Se trata de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica, un estupendo proyecto de digitalización en el que colaboran varias Administraciones Públicas:
El proyecto es el resultado de la cooperación de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas, a través de la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria, con las Comunidades Autónomas así como de diversas instituciones de carácter científico o cultural como ateneos, fundaciones, universidades, e incluso empresas periodísticas que perviven a partir de cabeceras fundadas en el s. XIX o a principios del XX.Llevo ya unas cuantas horas gastadas navegando al azar entre los títulos disponibles en este sitio. Hace años solía ir de vez en cuando a la hemeroteca municipal que hay en el antiguo Cuartel del Conde-Duque. Me gustaba ojear publicaciones antiguas y comprobar la evolución estética -y técnica, claro está- que han ido sufriendo los materiales impresos. El partido que se le sacaba a la ilustración cuando no existía la infografía, la utilización de los grabados como único adorno del texto a principios del siglo XX, los cambios en la semiótica periodística, la evolución del lenguaje... Pero, claro, por evidentes cuestiones de conservación del material uno no podía entrar en la hemeroteca y darse un atracón picoteando al azar como le pedía el cuerpo, sino que había que ir solicitando títulos y fechas concretos. En cambio, ahora, gracias a Internet, el mundo es un poquitín más maravilloso para los ratones de hemeroteca.
En abril de 2008, se dispone de casi 2.000 cabeceras, 45 bibliotecas, correspondientes a 3.906.000 páginas de 140 localidades en las que se imprimió prensa.
Se trata, en su mayoría, de colecciones únicas de interés para investigadores y público en general. Son de temática variada y abarcan un amplio período histórico que se remonta a finales del siglo XVIII.
Y, bueno, siguiendo con el mundo de la gráfica, recuerdo que el otro día en la oficina alguien preguntó qué era ese texto extraño que un compañero había puesto en la maqueta de página web que estaba creando. El texto, como muchos ya habrán intuido, era el famoso lorem ipsum. La historia del por qué (y dónde) se emplea este texto es bastante conocida, pero como a mí no me gusta dar nada por supesto, si hay algún despistado que no tenga ni idea de qué estoy hablando, Juan Antonio Millán lo explica muy bien en Lorem ipsum: el dolor y la tipografía.
No es el único texto curioso que se emplea en diseño. A la hora de elegir una tipografía, es importante examinar el aspecto de todos y cada uno de los caracteres para evitar sorpresas posteriores (que no incluya vocales con tildes, que la s tenga un aspecto espantoso, que las comas sean indistinguibles, etc.). Para ello se emplean los pangram, frases que utilizan todos los caracteres de un idioma y que por tanto nos permiten hacernos una idea acerca del efecto que tendrá una determinada tipografía. En inglés, el pangram más utilizado es:
The quick brown fox jumps over the lazy dog
Mientras que en español suele emplearse el siguiente:
El veloz murciélago hindú comía feliz cardillo y kiwi. La cigüeña tocaba el saxofón detrás del palenque de paja.
Estos pangram se emplean como texto por defecto en los ordenadores. Así, si se abren ustedes un documento de Word y escriben =rand(x,y), aparecerá repetido el pangram correspondiente y veces en x párrafos.
Si les ha picado la curiosidad y quieren saber qué pangram se usan en otros idiomas, pueden recurrir a la entrada sobre Pangram en la Wikipedia.
Sean felices ;-)
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