24 de julio de 2007

¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo!

Pues sí, oigan, la que suscribe, inocente e ingenua como es, anda escandalizada -y mucho- toda esta última semana. Y es que he descubierto que el juez del Olmo y toda la fiscalía ven el Tomate en lugar de los documentales de la 2.

En fin, como de todo se puede aprender en esta vida, he sacado en claro que en este país uno puede acusar al presidente del Gobierno de conspirar con islamistas para montar un atentado y hacerse con el poder, puede quejarse de la pasividad de la Monarquía ante dicho "golpe de estado", puede aplaudir y justificar que un militar golpista que chochea y añora tiempos pasados aliente a las masas a subvertir el orden establecido, puede poner en duda sin prueba alguna la legitimidad de un resultado salido de las urnas y la honradez de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, puede, en definitiva, decir lo que le venga en gana al amparo de la libertad de expresión. Siempre y cuando, eso sí, no se le ocurra pintar a los príncipes folleteando como cualquier hijo de vecino y tenga la mala -o buena, según se mire- suerte de salir en el Tomate.

En cualquier caso, como este tema ya aburre y empieza a estar más visto que el susdicho Tomate, me voy a dedicar a contarles lo más destacable de mis últimas incursiones culturales y pseudoculturales. O, bueno, quizás no sea lo más destacable, pero sí lo que a mí me apetece contar, así que ahí va.

1. Islandeses y daneses

Hace unas cuantas semanas ya, me decidí por fin a ver la última peli de Lars von Trier: El jefe de todo esto. Y digo me decidí porque reconozco que este hombre me causa mucha pereza a priori. No importa que entre su filmografía haya más títulos que me entusiasman de los que me horripilan, el caso es que siempre pospongo el momento de ir a ver cualquier película de este tipo. Supongo que será porque, me guste o no me guste la peli, con el amigo Lars nunca lo paso bien en el cine.

Una se pasa meses desojando la margarita, tratando de decidir si ir o no y recabando fuerzas y, cuando al fin da el paso, se sienta en la butaca resistiendo las ganas de huir antes de que sea demasiado tarde. Una de dos: o te resulta una memez digna de Will Ferrer si algún día le da por hacerse el intelectual o entras de lleno en la peli y sufres lo indecible hasta que termina. En este segundo caso, sales del cine emocionada, profundamente tocada, llena de nuevas y profundísimas preguntas... y prometiéndote a ti misma que la próxima vez elegirás algo un pelín menos trascendente, algo como, qué se yo, las reflexiones de Victoria Beckham cuando le hacen la manicura.

En fin, el caso es que al final fui y, para mi sorpresa, lo pasé fenomenal. ¿Quién no ha tenido un jefe cabrón? ¿Quién no se ha preguntado nunca cómo puede alguien saberse tan cabrón y seguir soportándose? El jefe de todo esto tiene la respuesta. Una inteligente comedia que saca punta a las relaciones laborales de hoy en día. Lo mejor, sin duda, el final, que no les cuento porque no me lo permite el jefe de todo esto :-)

2. El bueno de Vincent

Pues sí, allá estuve otra vez, fiel cual grouppie gafipasti, en la nueva expo del Thyssen (a este paso me acabo tatuando un Tita forever en alguna zona íntima :-P). Esta vez es de las pequeñitas, apenas unas decenas de paisajes de la última etapa de Van Gogh. Un puñadito de cuadros exquisitamente expuestos, perfectamente iluminados, documentados con esmero, acompañados por la información justa para que el profano no se sienta desamparado sin atosigarle con datos eruditos ni abrumarle con anécdotas intrascendentes. En fin, nuevamente, una exposición como dios manda.

Se trata de una muestra de los últimos días de la vida del genial Vincent, en los que se dedicó a pintar de forma compulsiva, como si estuviera tratando de expulsar a golpe de pincel todos sus fantasmas. En ellos el paisaje es casi una excusa para dar rienda suelta a la Pintura con mayúsculas, al color en toda su ferocidad, a la pura textura. Van Gogh tiende aquí a romper los principios elementales de la composición al elevar la línea del horizonte hasta reducir la superficie ocupada por el cielo a menos de un cuarto del lienzo. No es el paisaje en sí lo que le interesa, sino las inmensas posibilidades expresivas que le ofrecen los campos de cereal, los tejados de chamizo, las piedras de los caminos, elementos todos ellos que distorsiona hasta rozar la abstracción.

Puede parecer una exposición menor, pero yo me quedé extasiada ante alguna de las pinturas. Extasiada y sorprendida, porque siempre me he preguntado por qué tiene Van Gogh tanto éxito, por qué apasiona de ese modo a tanta gente que denosta movimientos que, como el expresionismo abstracto, beben directamente de sus cuadros.


3. Una de zombies (o lo que sean)

Estaba yo buscando alguna película intrascendente con la que pasar el rato cuando leo por ahí el siguiente argumento: "Una epidemia ha acabado con la población de toda Inglaterra. Aparece entonces un superviviente que es portador pero que no ha desarrollado la enfermedad y se plantea el dilema moral de qué hacer: si matarlo para erradicar la enfermedad, o utilizarle para investigar una posible cura". Claro, yo voy, leo esto y me digo: "jo, qué argumento más bueno, qué de posibilidades, qué de preguntas" y decido ir a ver la peli.

A estas alturas muchos ya habrán adivinado que me estoy refiriendo a 28 semanas después y andarán por los suelos de la risa ante mi inocencia. Sí, porque allá fui yo pensando que iba a ver una especie de 2001 o de Blade Runner, cuando la película pasa de puntillas por el supuesto dilema moral y se dedica a mostrar vísceras y sangre en una muestra de violencia extrema como hacía tiempo no veía. Evidentemente, me equivoqué en la elección de la película (si pillo al que redactó la reseña le mato) y por tanto voy a ser algo más comedida de lo que sería normalmente.

Dicho esto, me gustaría saber por qué cuando uno va a ver Short bus se encuentra la entrada empapelada con avisos sobre la posibilidad de que la película hiera la sensibilidad del espectador y, sin embargo, en este caso no existe la menor advertencia. Está claro que cualquier persona decente se va a sentir más herida si ve a dos tipos follando de buen rollito que si ve a un desgraciado blandiendo el brazo que le acaba de arrancar a otro.

La película contiene varias secuencias bellísimas de Londres. Punto. Lo demás no es más que una sucesión de violencia sin ninguna pretensión. Sí, ya lo sé, es una película de género y bla, bla, bla. Pero una película de género en la que hay recurrir a la disculpa de que es una película de género no es una buena película. Una película, lo quiera o no, siempre bebe de algún género en mayor o menor medida. Y debe entretener. Porque de eso se trata, de entretener y no de tostar al espectador en su sillón. En fin que, aparte de resultarme tremendamente desagradable, me pareció un tostón inaguantable. Aunque, para gustos los colores, claro.

Sean felices. Y no se me enfaden mucho en los comentarios, que les conozco y sé que a muchos les entusiasmaron los zombies ;-)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ejem, ejem...

Sí, claro, no puedo evitar salir a la defensa de los "infectados" (¿zombies?, no, al menos no tal y como nos los han venido presentando hasta ahora). No voy a ponerme a hacer una crítica a la peli en cuestión pero sí querría decir tres cositas para no dejarla hundida en el fango:

* ¿"2001..."? sí, vale, una gozada visual para la época pero ¡vaya tostón! (¡no os tiréis a mi yugular por esto!, ¡libertad de expresión! ;)
* Tres puntos interesantes, cuando menos, en "28 semanas...": el comienzo de infarto -con carga sentimental incluida-, el origen del nuevo contagio -con carga sentimental incluida-, el intervencionismo del ejercito.
* Unos zombies que de verdad asustan y te clavan en tu asiento.

Vale, discutibles las lagunas en la trama, las escenas demasiado sangrientas y que la peli no es que sea profunda ni se recrea en el dilema moral que comentabas, inquilino. Pero la peli cumple en su género, sobre todo al compararla con el resto de pelis que nos encontramos habitualmente (siguiendo la línea de la reflexión a la que el otro día llegué: mi nivel de inglés mejora no con las academias, viajes al extranjero ni estudios, sino cuando veo a gente con un nivel más bajo que el mío).

No me quiero enrollar más, tan sólo decir que... ¿el tomate?, enchufaos a "Sé lo que hicisteis...", mucho mejor.

lopezsanchez dijo...

Sr. polizon, no se me desmadre usted que le veo un pelín desatao :-)
Bueeeenoo, reconozco que el post iba con un pelín de maldad para provocar un poquitín >:-)

"Sé lo que hiciteis..." están superrepetidos. Yo ni lo uno ni lo otro. Yo duermo la siesta con la Halliwel, que está igualmente repetida y es igualmente mala, pero me pone en contacto con mi adolescente interior :-P

lopezsanchez dijo...

Vaya. Parece que a la pequeña Claudia tampoco le ha gustado nada:
http://www.lapetiteclaudine.com/archives/011919.html
Y a esta sí que le gusta el "género" :-P

(No sigo, que se me vuelve a desatar :-) )

Anónimo dijo...

¿Estás siguiendo a las Halliwell? mmmm ¿tendrá algo que ver la presencia en la serie de Julian McMahon (Nip Tuck)?, jejeje.

Aprovechando este comentario, y para calmar mi exaltación, quería recordarte que alguien espera alguna lectura interesante para el fin de semana (la alternativa es leer sobre la gestión pública, así que el listón está bien bajo) X-D

P.D. A mi me sigue gustando la peli del Fresnadillo.

elbé dijo...

Optaré por ser feliz como recomiendas. No veo motivo para enfadarme con el contenido de tu artículo, más bien todo lo contrario, un placer volver a leerte, que tenía este ático un poco abandonado.

lopezsanchez dijo...

polizon: Me tiene usted calada, sr. polizon. ¿Qué mejor manera de dormir la siesta que soñando con el señor McMahon? :-)

elbé: Lo del enfado iba más bien por polizon y algún que otro lector que, me consta, son fan del cine de casquería. El placer es mutuo, querido Elbé :-)