O la de cal, no sé, porque supongo que dependerá del contexto. El caso es que, una vez pasada esta semana de obligado silencio bloguero, quería autorresponderme a mi post del otro día sobre las diversas chorradas publicitarias que nos escupe la televisión a diario. Lo cierto es que tenía pensado de antemano este post, pero después de leer el comentario de dekker en aquel se ha vuelto inenudible su escritura.
Inciso. Por esto adoro este medio: por la riqueza que se genera en torno a la discusión, por la siempre interesante retroalimentación (¡dios!, ¿quién decidió este horrible palabro para feedback?, ¿no había otro disponible?) de ideas por parte de los lectores y por los suculentos e insospechados nuevos caminos que se van abriendo a raíz de los comentarios. Fin del inciso.
Antes de nada, quiero dejar claro que adoro la publicidad. La buena publicidad, se entiende. Disfruto con una campaña brillante o un spot bien realizado tanto como me cabreo cuando descubro en cualquier página una chapuza tipográfica de tres al cuarto. Por eso era necesario este post, para rendir un pequeño homenaje a esa otra publicidad, la que me deja enganchada durante cuarenta segundos frente al televisor; la que me lleva a llenar carpetas y carpetas de recortes de revistas; la que me hace reír, llorar o caer del asombro. Esa publicidad capaz de inventarnos necesidades nunca antes sospechadas (¿quién no amó conducir después de aquella camapaña de BMW?), de excitarnos el deseo o de exaltar hasta el summun nuestro sentido estético contiene a menudo más cine que la mayoría de lo que se exhibe en el cine y eleva notablemente el nivel de lo que se emite por televisión.
Como muestra, dos botones. El primero, cortesía del amigo dekker (¿para cuándo tu blog?), plagado de guiños al cine de catástrofes:
Inciso. Por esto adoro este medio: por la riqueza que se genera en torno a la discusión, por la siempre interesante retroalimentación (¡dios!, ¿quién decidió este horrible palabro para feedback?, ¿no había otro disponible?) de ideas por parte de los lectores y por los suculentos e insospechados nuevos caminos que se van abriendo a raíz de los comentarios. Fin del inciso.
Antes de nada, quiero dejar claro que adoro la publicidad. La buena publicidad, se entiende. Disfruto con una campaña brillante o un spot bien realizado tanto como me cabreo cuando descubro en cualquier página una chapuza tipográfica de tres al cuarto. Por eso era necesario este post, para rendir un pequeño homenaje a esa otra publicidad, la que me deja enganchada durante cuarenta segundos frente al televisor; la que me lleva a llenar carpetas y carpetas de recortes de revistas; la que me hace reír, llorar o caer del asombro. Esa publicidad capaz de inventarnos necesidades nunca antes sospechadas (¿quién no amó conducir después de aquella camapaña de BMW?), de excitarnos el deseo o de exaltar hasta el summun nuestro sentido estético contiene a menudo más cine que la mayoría de lo que se exhibe en el cine y eleva notablemente el nivel de lo que se emite por televisión.
Como muestra, dos botones. El primero, cortesía del amigo dekker (¿para cuándo tu blog?), plagado de guiños al cine de catástrofes:
El segundo, escogido por mí, es de una belleza plástica absoultamente hipnotizadora. Juzguen ustedes mismos:
Por cierto: si les interesa el tema del diseño publicitario y todo eso, no está de más darse un paseíto cada cierto tiempo por Chandalismo, donde tres diseñadores aportan su mirada caústica (esto es, sueltan sapos y culebras) sobre la situación de la profesión (lamentable, como la del resto de profesiones).
7 comentarios:
A mi también me encanta la publicidad bien hecha. Recuerdo que solía ver los especiales de los festivales de publicidad que solía emitir la 2 y después creo que pasaron a Canal+. Ahora tenemos también internet para encontrar estas pequeñas obras maestras de escasos minutos -genial el segundo anuncio que has enlazado.
No sé qué me gusta más de la publicidad, la capacidad de seguir contando historias, la posibilidad de reinventarse utilizando múltiples recursos -visuales, sonoros, palabras, textos..., o simplemente que muchas veces, y a pesar de que me imagino que no es buscado, lo que venden es lo de menos. O tal vez que un anuncio -ya sea bueno o malo- nos puede dar un estupendo tema de conversación.
El anuncio de la empresa de energía solar lo encontré en www.llamamelola.com que -entre muchas otras cosas- tiene otros anuncios que quitan el hipo. Echadle un vistazo. Merece la pena.
Me alegro que hayas vuelto, ya te echábamos de menos ;-)
Pues sí, yo también era asidua de esos maratones de publicidad que comentas. Hace tiempo que les perdí la pista, pero los últimos que vi los retransmitieron por Canal +. Quizás Cuatro se anime a recoger el testigo un día de estos.
El link que comentas ya lo había enlazado. Entré en la página a raíz de tu recomendación en el otro comment y me resultó muy interesante. Gracias por la sugerencia.
Saludines ;-)
Qué bueno... También yo veía esos maratones publicitarios, Dekker, es más, solía grabarlos y los guardaba junto con mi colección de vídeos y películas. Hace algún tiempo que les he perdido la pista, aunque espero que algún canal tome el testigo de Canal + y los vuelva a emitir.
El lenguaje publicitario es fascinante, sobre todo por su extraña mezcla de lo literario y lo meramente pragmático. O cómo utilizar la poesía y la estética para vender. Esa fusión imposible da lugar a joyas llenas de talento (como el segundo anuncio del post: donde se consigue promocionar un producto con un ejercicio de poesía visual) o a bodrios infumables, porque el término medio no parece del todo posible. Mejor un mal anuncio que un anuncio anodino, supongo.
Personalmente, me pueden las campañas basadas en el humor o las que marcan un estilo, como la última de Ikea que, siguiendo en la línea de su anterior campaña, da un paso más allá en ese argumento de la casa como espacio de libertad. Los valores que transmite el anuncio, además, me parecen de lo más positivo y es, desde ya, firme candidato a que lo estudie en clase con mis nuevos alumnos.
Muchos besos, guapísima. Qué bien tenerte otra vez por aquí.
MUAAAAAA
Soyez la bienvenue encore!!!!!
También soy amante de esa publicidad... seguro que lo imaginabas... QUiero contribuir con uno de mis favoritos de (creo) el año pasado...
http://www.youtube.com/watch?v=KfKVkxx8I1M
Y sí, también me tragaba esos maratones... No todo era excepcinal, pero enganchaba encontrarse cada ratito con joyas, ya fuera visuales que de ingenio...
Un buen beso.
Aunque este año casi se superaron en glamour y sensualidad, jejejejejeej
http://www.youtube.com/watch?v=NPp_8EKq08E
mmmmm, qué escena, eh!!!!!!
En realidad, querido Cinephilus, la única publicidad mala es la anodina, porque la cutrería de los anuncios más cutres suele ser intencionada. Un ejemplo clarísimo son los folletos de ofertas del supermercado, todo un alarde de espanto estético para transmitir esa sensación de baratillo que se pretende.
Para mí la campaña del año es, sin duda, la de la MTV. Para los que no sepan la historia completa, se la resumo:
1) La MTV realiza una campaña de autopromoción plagada de imágenes de culos.
2) A ese baluarte de nuestra sociedad que se hace llamar Hazteoir.org, les parece denigrante y amoral el asunto, por lo que comienzan una campaña de boicoteo en su web bajo el lema “No veas la MTV”.
3) La MTV responde. Le encarga al inefable Guille Milkyway una contracampaña. ¿El resultado? Una página web (noveasmtv.com), promovida por una asociación ficticia (Nuevo renacer) con el clarividente lema de “Por una juventud sin mácula”. La página, ya de por sí, es genial, plagada de foros y opiniones tan ridículas y exageradas como las que pueden leerse en Hazteoir.org. Claro que estas últimas sí van en serio. El remate de todo es la promoción del grupo ficticio Los Happiness (nombre nada improvisado) y su Amo a Laura.
Absolutamente brillante.
Por cierto, para pasar un buen rato viendo spots, merece la pena visitar la página de la agencia Sra. Rushmore (http://www.srarushmore.com/). Tengo mis peros acerca de esta página (en general, no suelen gustarme los sitios poco “usables” y este es horrible para encontrar nada). Sin embargo, si tienen la paciencia de dirigirse a la cocina, podrán acceder a los spots publicitarios del Atlético de Madrid, que marcaron un hito hace unos añitos por su originalidad. Mi preferido es el titulado Alcantarilla. (Nota aclaratoria para los poco futboleros: ese año el Atleti logró volver a Primera División y el tipo que sale de la Alcantarilla es el portero de entonces: el Mono Burgos.)
El descodificador de hoy precisamente habla de la publicidad (poniendo un caso extremo la mar de divertido) y hace referencia a la del Atlético de Madrid -es cierto son estupendos.
http://www.elmundo.es/elmundo/descodificador.html
Yo no diría que la publicidad está cada vez peor como dice este periodista, simplemente me parece que los anuncios buenos ya no salen en la tele.
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