3 de mayo de 2006

Cierre de Zorita

El pasado domingo cerró la central nuclear más antigua de España tras cumplir 40 años de servicio. El cierre se produce en un momento en el que el debate sobre la energía nuclear está más vivo que nunca alimentado por la escalada de precios del petróleo y la posición favorable hacia esta fuente de energía por parte de destacados miembros del movimiento ecologista (James Lovelock, Patrick Moore).
Ya en la misma época en la que se ponía en marcha la central de Zorita, comenzaron a sonar las primeras voces que alertaban sobre el posible efecto invernadero y los riesgos de depender casi en exclusiva del petróleo como fuente de energía. Practicamente nadie les escucho. Si entonces se hubiera atendido a las previsiones de aquellos "agoreros", quizás el problema energético al que nos enfrentamos hoy estaría resuelto. En cambio, la humanidad, preocupada como de costumbre en el aquí y ahora, ha perdido cuatro décadas de investigaciones en energías renovables y sostenibles. Cuatro décadas que pueden resultar preciosas.
El petróleo se agota. Al ritmo actual las previsiones indican que tendremos petróleo entre 20 y 30 años más. Pero es que además el consumo sube y sube. Las economías emergentes de países como China o la India no quieren frenar su consumo energético bajo el razonamiento de que ello frenaría su crecimiento. En el otro lado, los países desarrollados aumentan también su consumo, en este caso en busca de un mayor confort.
Además está el problema de que el petróleo es una materia prima insustituible para la obtención de plásticos y otros derivados por lo que debería reservarse para este fin en lugar de quemarlo para la obtención de energía como estamos haciendo.
Es en este panorama donde abundantes voces han surgido pidiendo una vuelta a la energía nuclear. Algunos ecogistas argumentan que la única solución es invertir grandes esfuerzos en investigación para solucionar el problema energético y, mientras esta solución llega, volver a la energía nuclear hasta que resulte viable la transición del petróleo a las energías renovables. El asunto no es baladí puesto que queda sin resolver el problema de los residuos radiactivos, con lo que podríamos estar solucionando un problema a base de crear otro mayor.
Y, si descartamos la energía de fisión nuclear, ¿qué nos queda?
  • Tenemos, por un lado, la fusión nuclear, que se prevé limpia, eficiente e inagotable, pero que resulta inviable técnica y económicamente en la actualidad (más información aquí y aquí).
  • También se está apuntando a la posibilidad de emplear biodiesel (artículo en la wikipedia aquí) como combustible. El problema, en este caso, es que la carga energética aportada por los combustibles de origen vegetal es inferior a la del petróleo y por tanto haría falta dedicar varias veces la superficie terrestre al cultivo de plantas destinadas a la obtención de biodiesel para mantener el consumo energético actual. Además, supondría una grave amenaza para la biodiversidad al sustituirse numerosas especies por plantaciones destinadas en exclusiva a este uso. No obstante, aunque no es la solución definitiva, sí podría resultar viable como forma complementaria de obtener energía.
  • El caso de las energías renovables (solar, eólica...) es el que hoy por hoy resultaría más deseable al tratarse de fuentes limpias e inagotables. Es necesario profundizar en la mejora de los sistemas de obtención y transformación de energía, muy ineficientes en la actualidad, que nos permitan, por ejemplo, aprovechar al máximo cada hora de sol. El problema principal radica en la dificultad de almacenar y transportar la electricidad que se logra generar y es en este escenario donde tienen aún mucho que decir las tecnologías basadas en el hidrógeno.
  • En muchos medios se ha hablado como el hidrógeno como la panacea para solucionar el problema energético. Estas afirmaciones deben ser matizadas. El hidrógeno NO es una fuente de energía, sino un vector para almacenarla. Como la electricidad no puede almacenarse, las centrales eléctricas deben calcular continuamente cuál es la demanda para ajustar así su producción. El uso de pilas de hidrógeno podría aportar una solución, ya que se generaría hidrógeno cuando las condiciones fueran más propicias (horas de sol más intenso, fuertes vientos...) independientemente de la demanda de ese momento.
En definitiva, y mientras se realizan o no las promesas de la fusión nuclear, la solución al enredo debería venir de una estrategia combinada de disminución del consumo y aprovechamiento al máximo del último watio de energía. Por un lado, no nos queda más remedio que tomar conciencia del problema y evitar cualquier consumo innecesario por mínimo que sea. Y, por el otro, quizás nos veamos en unos años rellenando nosotros mismos pequeñas pilas de hidrógeno a partir de nuestras propias placas solares y pequeños aerogeneradores instalados en nuestras terrazas. Y aprovechando cada resto orgánico para generar biomasa con la que obtener energía. El futuro está a la vuelta de la esquina. Un futuro que nos aboca a recoger cada mínima energía que encontremos a nuestro paso al estilo de los chatarreros.

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