Cuando una es consumista, lo es sin remisión. No importa dónde ni cuándo le ataque la fiebre: entrará sin dudar en el establecimiento, tienda o puestecillo más cercano y comprará como si Chernobyl estuviera a la vuelta de la esquina y el cielo comenzara a tener un sospechoso resplandor verde.
Hoy me ocurrió. Salía a disfrutar de este quieroynopuedo de sol que tenemos en abril cuando me vi asaltada por ese impulso. Ya antes había dado avisos. Quise entrar en un chino a comprar váyase usted a saber qué horrible objeto decorativo. Las ganas de chino llegaron tímidas y se fueron apabulladas por la visión de uno de esos templos del consumo moderno, ya saben, un quiosco -o kiosko, que de todo hay en este mundo.
En fin, que allí estaba yo, tratando de decidirme entre las revistas de culturismo, el coleccionable de las teteras de porcelana o un tomo de las grandes mentes del psicoanálisis, cuando divisé al otro lado de la acera una flamante y lustrosa papelería. En estos ataques consumistas una siempre trata de racionalizar la situación y apelar a la utilidad del gasto, así que desde el mismo momento en que vi la papelería comprendí que estaba perdida.
Puestos a gastar dinero, qué mejor que hacerlo en una de esas cosas tan útiles y tan deseadas cuando no se tienen (¿quién no habría vendido su colección de estampitas de la Virgen del Socorro por una grapadora cinco minutos antes de entregar aquel trabajo de la facultad?) y tan inútiles e inservibles cuando ya se tienen. Así que entré dispuesta a incrementar la población de mi cajón de trastos de usar una vez y no más y me compré una bonita cajita de clips de colores.
Y aquí está, frente a mí. Ochenta flamantes y lustrosos clips de colores que me vendrán muy bien para... bueno, no sé para qué me vendrán bien pero ya me inventaré algo. El caso es no gastar más que en cosas útiles.
Y la foto del post, ¿a cuento de qué viene?, dirán ustedes. ¡Y yo qué sé! ¿O es que ustedes no hacen nunca nada sin sentido? Pues eso.
Feliz puente.
Hoy me ocurrió. Salía a disfrutar de este quieroynopuedo de sol que tenemos en abril cuando me vi asaltada por ese impulso. Ya antes había dado avisos. Quise entrar en un chino a comprar váyase usted a saber qué horrible objeto decorativo. Las ganas de chino llegaron tímidas y se fueron apabulladas por la visión de uno de esos templos del consumo moderno, ya saben, un quiosco -o kiosko, que de todo hay en este mundo.
En fin, que allí estaba yo, tratando de decidirme entre las revistas de culturismo, el coleccionable de las teteras de porcelana o un tomo de las grandes mentes del psicoanálisis, cuando divisé al otro lado de la acera una flamante y lustrosa papelería. En estos ataques consumistas una siempre trata de racionalizar la situación y apelar a la utilidad del gasto, así que desde el mismo momento en que vi la papelería comprendí que estaba perdida.
Puestos a gastar dinero, qué mejor que hacerlo en una de esas cosas tan útiles y tan deseadas cuando no se tienen (¿quién no habría vendido su colección de estampitas de la Virgen del Socorro por una grapadora cinco minutos antes de entregar aquel trabajo de la facultad?) y tan inútiles e inservibles cuando ya se tienen. Así que entré dispuesta a incrementar la población de mi cajón de trastos de usar una vez y no más y me compré una bonita cajita de clips de colores.
Y aquí está, frente a mí. Ochenta flamantes y lustrosos clips de colores que me vendrán muy bien para... bueno, no sé para qué me vendrán bien pero ya me inventaré algo. El caso es no gastar más que en cosas útiles.
Y la foto del post, ¿a cuento de qué viene?, dirán ustedes. ¡Y yo qué sé! ¿O es que ustedes no hacen nunca nada sin sentido? Pues eso.
Feliz puente.
3 comentarios:
La foto es del tumulto del camarote "archiconocido" de los hermanos Marx, que es la escena en la que siempre pienso cuando quieros sonreir un poco si estoy triste... Como es harto surrealista, no necesita razones para provocar la risa... Es un buen antídoto, no creas... Por lo del consumismo... Te entiendo tan bien... Además, contra eso no he encontrado aún antídotos...
"ebtzyf" en el botijo tonto se zambulle y fricciona.
Aha,acertaste. Claro que no era nada difícil. Lo difícil es encontrar la relación foto-texto. Si es que la hay, claro.
Ya veo que estás de vuelta ;-)
"iebpt": irse es como volver, pero temprano
(hablando de surrealismos)
Sï, he vuelto, con la experiencia de haber estado en la playa y haber dedicado una tarde entera a renovar mi vestuario en un centro comercial con tiendas que también hay aquí, pero lleno de malagueños, que no sé si te lo he contado alguna vez, pero que no me gustan nada... Je je je... La globalización y la fiebre consumista unidas tienen este miserable lado...
"hvimc" hice visillos interiores con María Contreras...
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