17 de febrero de 2006

Llamadas perdidas

Hay veces en los que el día me sale de una estupidez inapelable. Se me cruza por la cabeza una idea absurda y obsesionante, el impulso de cometer una barbaridad por encima del dictado de la razón. Y me paso el día enterrando una y otra vez esa idea aberrante, descartándola, empujándola hasta los confines más recónditos para que resurja una y otra vez y me tiente dulce, me seduzca tramposa.


Ayer fue uno de esos días. Tu recuerdo vino a mí sin previo aviso. Algo que debí soñar, supongo. A las ocho de la tarde ya no pude más. Revolví media casa buscando aquella agenda donde una vez estuvo tu móvil apuntado. Sabía que no debía llamarte y, sin embargo, allí estaba, con tu número en la mano.


En una pequeña victoria in extremis de mi yo racional oculté el número de mi móvil antes de llamarte. Y marqué. "¿Sí?" Oír tu voz. Volver a oírla después de tantos años. Escuchar ese que tanto removió en mí. Y colgar. Una estupidez. Una pequeña satisfacción concedida al instinto autodestructivo.


Algo me dijo que supiste que fui yo, que viste ese número oculto y descolgaste con la certeza de que oirías mi voz al otro lado.


Hora y media más tarde, sonó mi móvil. Salí a trompicones del baño, tarde para descolgar. El ruido de la llamada había cesado justo cuando acababa de coger el teléfono. En la pantalla, un número oculto y en mi pecho, el miedo de que realmente fueras tú.


2 comentarios:

lopezsanchez dijo...

pocas cosas me turban más que una llamada perdida de un número oculto.
Aunque, bien pensado, lo que me turba en realidad no es la llamada en sí, sino los vericuetos de mi mente al especular con ella.

Vulcano Lover dijo...

evidentemente, inquilino, siempre ha cruzado por nuestra vida gente capaz de ser autor de ese tipo de actos torcidos, y , al mismo tiempo, turbadores...

"yyxnow" (ésta casi nos quiere decir algo, ¿no?)